“En la piel van grabándose las experiencias de nuestra vida; marcas de nacimiento, lunares, cicatrices…Todo habla del paso del tiempo sobre nosotros. Si juntáramos todas las marcas, podríamos descifrar el lenguaje de nuestra vida. Así pues, si en nuestra piel se acumula todo lo que vivimos, ¿no es tatuarse reescribir nuestra vida? O mejor dicho, ¿no es tatuarse reconstruir nuestra memoria?” se pregunta Gabriel González, conocido en el mundo del tatuaje como Meyk Belmonte.
Hablar de Meyk Belmonte es hacerlo de uno de los tatuadores más demandados en la actualidad. Considerado dentro de su estilo en uno de los mejores tatuadores españoles, su demanda internacional rompe con las fronteras de un arte que cada vez pide más profesionalización y originalidad. Por sus agujas han pasado Sara Carbonero, Isabel Jiménez, Patricia Noarbe, Karoline Lima desde Brasil, Rosario Matew entre otros influencers.
“Lo que antes se consideraba nicho para determinadas clases sociales ahora no entiende de barreras.Incluso ha nacido una nueva figura los coleccionistas de tatuajes. Éstos últimos contactan con los mejores artistas para llevar una de sus piezas en su piel. Gracias a las plataformas, cada vez llegamos a más gente, permitiendo el reconocimiento, trabajando y colaborando con marcas y diseñadores reconocidos internacionalmente” expone.
Experto en la técnica de la línea fina y del micro realismo cuyas referencias están en Estados Unidos y Corea, desde Valladolid totalmente autodidacta habiendo experimentado el dibujo desde pequeño en diversas modalidades dio el salto a Madrid, donde no para de llenar la agenda de citas para grabar con su tinta la piel de sus clientes. Gabriel González pasó de la mecatrónica industrial al tatuaje y se arriesgó para hacerse un hueco en él. Esto le ha llevado a colaborar en estudios nacionales e internacionales de gran renombre como el de Eva Karabudak en Nueva York y próximamente, alguno de los más prestigiosos de Los Ángeles.
Lienzos y palabras en la piel, la marca de Meyk Belmonte
El beso de Klimt, Madre e hija, el Hijo del Hombre de Magritte, La noche estrellada o los Girasoles de Van Gogh son solo algunos de los tatuajes que muestra en su portfolio y que muestran cómo su técnica hiperrealista le hace ser único y digno de museo. “Cuando realizo una réplica de una obra de arte suelo demorar entre 4 y 10 horas. Procuro poner todos los tonos de color de la paleta del pintor original y detalles que mi ojo llegue a apreciar, esto es lo que hace que un trabajo a color destaque, una rica gama cromática y un nivel alto de detalle” explica.
Si hay un estilo que cada vez se demanda más y que ha hecho también de Meyk Belmonte una marca en sí misma son los tatuajes fine line que, según cuenta, son realmente complejos de realizar porque no permiten el mínimo error, aunque el resultado sea, precisamente, la ligereza y sencillez. “La fuerza que tiene una palabra es indescriptible. No solo habla de quien la lleva sino de su historia. Es toda una declaración de intenciones sin color y sencilla pero que tiene una potencia de miles de decibelios” comenta.
Una de las características de Meyk Belmonte es su itinerancia. Pese a llevar tiempo en Madrid, siempre abre agenda en otras ciudades para responder a la demanda de sus seguidores de redes. De hecho, próximamente se encontrará en su Valladolid natal y en Viena, aunque ya ha estado tatuando en otras ciudades de España o incluso Nueva York , porque su trabajo, a día de hoy, tiene gran repercusión también fuera de nuestras fronteras.