El director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Rafael Mariano Grossi, ha expresado su preocupación por los planes de Irán de instalar 6,000 nuevos centrífugas, lo que podría permitir al país un aumento significativo en sus niveles de uranio enriquecido cercano a los grados de armamento. Durante su intervención en el Diálogo de Manama, organizado por el International Institute of Strategic Studies en Bahréin, Grossi indicó que si Irán logra activar todas estas centrífugas, se produciría un “salto enorme” en su capacidad nuclear.
En la actualidad, Irán está enriqueciendo uranio al 60%, una cifra que se aproxima al umbral de 90% considerado como grado de armas. Grossi comentó que la situación es “muy preocupante” y subrayó la urgencia de abordar las intenciones nucleares del régimen iraní.
Las advertencias de Grossi se producen en un contexto donde Irán ha llevado a cabo con éxito el lanzamiento de un cohete Simorgh, alcanzando su mayor carga útil hasta la fecha. Aunque el gobierno iraní sostiene que su programa espacial es pacífico, críticos del régimen argumentan que estas pruebas podrían fortalecer su programa de misiles balísticos.
Por su parte, Richard Moore, director del MI6 británico, afirmó que a pesar de los reveses sufridos por las milicias aliadas de Irán en Siria, Líbano y Gaza, las ambiciones nucleares del país siguen representando una amenaza para la comunidad internacional. Moore enfatizó que el régimen iraní continúa siendo un desafío a pesar de los esfuerzos por limitar su influencia en la región.
La situación se complica aún más con la próxima asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Trump ha prometido reinstituir su estrategia de “máxima presión” sobre Irán, buscando debilitar la economía del país. Durante su primer mandato, Trump había retirado a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, una de las principales victorias en política exterior de su predecesor, Barack Obama.
