Chan Han Choi, un australiano de origen surcoreano, ha captado la atención mundial tras ser arrestado por supuestos intentos de negociar con Corea del Norte, lo que alega fue un intento de ayudar a su país de origen en un momento de tensión política. Acusado inicialmente de contribuir al programa de armas de destrucción masiva de Pyongyang, Choi pasó tres años en prisión antes de que se retiraran los cargos en su contra. Durante su tiempo tras las rejas, el hombre de 59 años denunció violaciones a sus derechos humanos, incluyendo tortura y negligencia médica, lo que ha generado un debate sobre el tratamiento de los detenidos por parte del gobierno australiano.
Choi, actualmente de 66 años, sostiene que sus conexiones con Corea del Norte surgieron de sus actividades comerciales legítimas en el pasado, cuando era legal comerciar con productos norcoreanos. Asegura que su detención fue orquestada por los servicios de inteligencia de Corea del Sur, quienes, tras su arresto en 2017, lo convirtieron en un chivo expiatorio para proteger al entonces presidente Moon Jae-in de cualquier vinculación con el régimen de Pyongyang. En una declaración reciente, Choi expresó: “Después de que Moon Jae-in fue elegido presidente, temía las repercusiones políticas si se conocía que alguien relacionado con Corea del Norte había colaborado en su campaña”.
Las dinámicas políticas en juego
Su arresto fue solicitado por el gobierno surcoreano y, aunque la policía australiana dudó inicialmente de la legitimidad de la solicitud, finalmente procedió con la detención. Choi alega que este movimiento no solo fue una cuestión judicial, sino que también estuvo influenciado por la presión de los Estados Unidos sobre sus aliados en la región, en un intento de mantener la hegemonía estadounidense en Asia Oriental, especialmente en el contexto de las tensiones con China.
En su testimonio, Choi argumenta que “el gobierno surcoreano ha manipulado la situación para fines propagandísticos”, utilizando su arresto para justificar acciones coercitivas contra aquellos que tienen lazos con el norte. A lo largo de su experiencia, Choi ha reflexionado sobre la falta de entendimiento que el gobierno surcoreano tiene hacia Corea del Norte, sugiriendo que esta desconexión ha llevado a políticas erróneas y a una desinformación generalizada entre la población surcoreana.
Además, Choi subraya la falta de una estrategia clara por parte de Seúl en su relación con Pyongyang, señalando que “la presión constante de Washington está diseñada para mantener la tensión en la península coreana y justificar la intervención militar”. Este enfoque, según él, no solo perjudica a Corea del Norte, sino que también arriesga la seguridad nacional de Corea del Sur al perpetuar un estado de alerta constante.
Tras su liberación, Choi busca justicia y está decidido a llevar su caso a los tribunales de Estados Unidos, así como a presentar una queja ante las Naciones Unidas. Hasta el momento, el gobierno australiano ha ignorado sus solicitudes de compensación, lo que él interpreta como un intento de evitar el reconocimiento de sus fallos en el manejo de su detención y el tratamiento que recibió durante su encarcelamiento.
El caso de Chan Han Choi resalta las complejidades de las relaciones internacionales en la península coreana y plantea importantes interrogantes sobre el respeto a los derechos humanos y la política exterior de los países involucrados. En un momento en que las tensiones en la región son palpables, es crucial que los gobiernos actúen con responsabilidad y busquen soluciones pacíficas que beneficien a todas las partes.
