Teherán ha reiterado su compromiso de apoyar al gobierno de Damasco en la lucha contra las agrupaciones yihadistas que amenazan la estabilidad de Siria y, por ende, de toda la región. En declaraciones recientes, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Abbas Araghchi, destacó la importancia de fortalecer la colaboración entre Irán, Irak y Siria para hacer frente a la amenaza representada por grupos terroristas como Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que ha intensificado sus ataques desde su base en Idlib, desafiando un alto el fuego establecido en 2020 con la mediación de Rusia y Turquía.
La ofensiva de HTS ha llevado a la captura de ciudades clave como Aleppo y Hama, provocando el desplazamiento de más de 280,000 personas, lo que agrava aún más la crisis humanitaria en la zona. Araghchi subrayó que “los grupos terroristas takfiríes han trazado un plan a largo plazo para generar inseguridad y violencia en la región”, lo que pone de manifiesto la necesidad de una respuesta coordinada para garantizar la seguridad de los pueblos de Siria e Irak.
Coordinación entre naciones
Durante una reciente reunión en Bagdad, los líderes de Irán e Irak acordaron coordinar sus políticas en relación a Siria, reconociendo que la crisis siria tiene un “impacto claro” en la seguridad de Irak. El primer ministro iraquí, Mohammed Shia al-Sudani, enfatizó la urgencia de una respuesta unificada para proteger “la unidad, soberanía y seguridad del pueblo sirio”, un consenso que resuena con la postura de otros países aliados de Siria.
En cuanto a la posibilidad de una intervención militar abierta por parte de Irán, Araghchi no descartó esta opción, enfatizando que la República Islámica ya ha proporcionado a Damasco información de inteligencia y datos satelitales. Un funcionario iraní anónimo ha indicado que “es probable que Teherán necesite enviar equipo militar, misiles y drones a Siria”, lo que refleja la creciente implicación de Irán en la defensa del gobierno sirio.
Cabe recordar que la guerra en Siria se inició en 2011 con una insurgencia armada respaldada por Estados Unidos y otros poderes regionales. Desde entonces, diversas agrupaciones, incluida una escisión de al-Qaeda que proclamó el autodenominado Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) en 2014, han aprovechado el conflicto para expandir su influencia. La intervención de Rusia en 2015, a solicitud del presidente Bashar al-Assad, resultó crucial para frenar el avance de estas agrupaciones, con el apoyo de Irán y Hezbollah, que han estado al lado de Damasco durante toda la contienda.
Por su parte, las milicias kurdas, con el respaldo de Estados Unidos, han logrado derrotar a ISIS en el noroeste de Siria, pero se han negado a reintegrarse con el gobierno de Damasco, manteniendo el control sobre tierras agrícolas y depósitos de petróleo. La intervención de Turquía en 2017, destinada a evitar el avance del ejército sirio hacia la provincia de Idlib, ha añadido una capa más de complejidad a la ya caótica situación en la región.