El economista jefe de Vanguard, Joe Davis, ha advertido sobre el entusiasmo desmedido que los inversores muestran hacia las acciones vinculadas a la inteligencia artificial (IA) en el mercado estadounidense. Según un informe del Financial Times, este optimismo podría estar sobreestimando el potencial a corto plazo de la tecnología, lo que podría llevar a una corrección en los precios de las acciones.
Las acciones relacionadas con la IA han emergido como motores clave del crecimiento del mercado de valores estadounidense, con el índice S&P 500 experimentando un aumento del 27% en lo que va del año. Aproximadamente una quinta parte de este incremento se atribuye al notable rendimiento de Nvidia, proveedor esencial de chips para IA, que ha visto cómo su precio de acciones se disparaba casi un 180% en lo que va de 2024.
Posible burbuja en el mercado
Davis sostiene que los inversores están “exagerando” el impacto inmediato de la IA, incluso si se considera que esta tecnología podría tener efectos revolucionarios similares a los que produjo la aparición del ordenador personal en la década de 1980. En su análisis, el economista destacó que, en los sectores de tecnología y servicios de comunicación en Estados Unidos, los precios de las acciones son “inexplicablemente altos” en relación con las tasas esperadas de crecimiento de beneficios corporativos.
“Estimamos que hay aproximadamente un 60% a 65% de posibilidades de que la IA tenga un impacto mayor que el del ordenador personal. Sin embargo, el mercado de valores estadounidense está valorando hoy en día esta probabilidad en un 90%”, añadió Davis. Esta comparación con la década de 1990, cuando el auge de los ordenadores personales impulsó un aumento masivo en los precios de las acciones, es particularmente pertinente, dado que culminó en la crisis de las telecomunicaciones en el año 2000.
El economista también advirtió que las compañías más cercanas al auge de las inversiones en IA pueden no ser las que finalmente obtengan los mayores beneficios. Las entidades que realmente aplican la tecnología, como hospitales, empresas de servicios públicos y compañías financieras, son las que tienen más probabilidades de beneficiarse en última instancia de este avance tecnológico.
Por consiguiente, la euforia inicial que acompaña a la llegada de nuevas tecnologías a menudo se convierte en decepción cuando el potencial de estas no se realiza de inmediato. Aunque la IA podría traer efectos transformadores en los próximos años, Davis considera que las expectativas de crecimiento de beneficios en los próximos tres a cinco años son “excesivamente” optimistas.
