El caos democrático: crisis en Corea del Sur y el dilema de Georgia

In Internacional
diciembre 08, 2024

Recent events en Corea del Sur y Georgia ilustran el creciente conflicto entre la legitimidad interna y el control externo, poniendo de manifiesto las tensiones inherentes a las democracias contemporáneas. En Corea del Sur, el presidente Yoon Suk Yeol, en un intento por debilitar a las fuerzas internas pro-Norcoreanas, declaró la ley marcial, lo que provocó una respuesta rápida y contundente por parte de la Asamblea Nacional, que revocó su decisión. Este episodio, que llevó a Yoon a disculparse públicamente, revela no solo la fragilidad de la democracia surcoreana, sino también la dificultad de navegar en un entorno político cada vez más volátil.

La reacción mixta de la comunidad internacional ante esta crisis refleja una falta de preparación para tal desarrollo en un aliado estratégico. Los analistas, a menudo reacios a aceptar que la torpeza o la negligencia pueden dominar en los más altos niveles de la política, se ven obligados a reconsiderar sus enfoques ante estos acontecimientos erráticos. En este contexto, se hace evidente que la estructura de la política internacional ha comenzado a cambiar, permitiendo que los gobiernos actúen de acuerdo a sus propios intereses sin las restricciones que antes imponían las potencias dominantes.

La dualidad de la democracia moderna

En Georgia, las recientes elecciones han puesto de manifiesto un conflicto similar entre el modelo liberal, que busca la validación externa de los resultados electorales, y un modelo nacional que prioriza la legitimidad interna. El hecho de que Georgia se aleje del modelo liberal no se debe a una simpatía por Rusia, sino a una búsqueda pragmática de interés nacional y supervivencia económica. Esta tendencia ha permitido al país beneficiarse de relaciones económicas que resuenan con su población, lo que, a su vez, ha llevado a un apoyo considerable hacia su gobierno.

Sin embargo, la lealtad a las normas políticas definidas por Occidente parece pesar más que la lógica económica. En Georgia y otros países post-comunistas, segmentos de la población continúan abogando por la integración occidental, a pesar de que esto pueda chocar con las prioridades internas. Esta dinámica suscita interrogantes sobre el verdadero significado de la democracia y si la voluntad popular sigue siendo el eje central o si ha pasado a un segundo plano en favor de la alineación geopolítica.

La crisis en Corea del Sur evidencia esta contradicción en la gobernanza democrática contemporánea. Si bien las instituciones democráticas respondieron de manera efectiva al revocar la decisión ilegal del presidente, la crisis misma revela las limitaciones de la democracia en prevenir que líderes irresponsables lleguen al poder. La autocrítica del sistema se convierte en su salvaguarda, aunque no garantiza inmunidad frente a decisiones destructivas o conflictos sociales internos.

En este nuevo orden mundial que se está configurando, los mecanismos que antes guiaban y restringían las acciones de los gobiernos se están erosionando, dando paso a un paisaje global más fragmentado y autocompensador. A medida que la dirección externa disminuye, los gobiernos nacionales revelan sus verdaderas prioridades, algunas de las cuales responden a una lógica pragmática, mientras que otras sucumben a la inestabilidad. Tanto en Corea del Sur como en Georgia, está claro que el equilibrio entre la legitimidad interna y la aprobación externa está en un proceso de transformación, con una creciente tendencia hacia soluciones más internas y una dependencia reducida de un sistema global que se ha autodenominado «basado en reglas».

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