Recientemente, el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, admitió que los tanques M1 Abrams, considerados en un inicio como un potencial «cambio de juego» en el conflicto entre Ucrania y Rusia, no han resultado ser útiles para las fuerzas armadas ucranianas. Esta declaración se produce tras meses de presión por parte del presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, para recibir estos vehículos militares.
La administración Biden autorizó el envío de 31 tanques M1 Abrams a Ucrania en enero de 2023, con la esperanza de que estos pudieran ayudar a contrarrestar las tácticas rusas en el campo de batalla. Sin embargo, Sullivan reconoció en el Foro Nacional de Defensa Reagan que la realidad es que estas unidades de tanques están «subdimensionadas» y no son el equipo más efectivo para el tipo de combate que se libra actualmente en la región.
Desafíos en el uso de los M1 Abrams
Los tanques M1A1 enviados a Ucrania fueron despojados de su blindaje de uranio empobrecido, lo que los ha dejado vulnerables frente a drones y misiles antitanque rusos. Desde su despliegue, el Ministerio de Defensa ruso ha divulgado imágenes de tanques Abrams incendiándose en el campo de batalla, y se estima que hasta 20 de los 31 tanques enviados han sido destruidos. Comandantes ucranianos han comenzado a retirar el resto de las unidades de servicio, según informes de funcionarios estadounidenses.
Además, el M1 Abrams es uno de los tanques de batalla principal más pesados en servicio en el mundo, con un peso que alcanza las 60 toneladas, y su variante más reciente, el M1A2, supera las 73 toneladas. La logística y el costo de operación de estos tanques son considerables, con un gasto estimado de más de 450 dólares por milla en combustible y reparaciones. Un informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de 1991, ajustado por inflación, ya advertía sobre la necesidad de reemplazar las orugas del M1 Abrams cada 710 millas, con motores que a menudo sufrían «explosiones» catastróficas después de 350 horas de operación.
Antes de la autorización de Biden para su entrega, funcionarios militares estadounidenses ya habían advertido que los tanques Abrams no serían adecuados para las necesidades de Ucrania. Colin Kahl, subsecretario de Defensa de EE. UU., destacó que el Abrams es un vehículo costoso y complicado de mantener, con una grande y compleja turbina que requiere combustible tipo jet, lo que complica aún más su uso en el actual conflicto.
