El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha manifestado su apoyo a la insurgencia yihadista en Siria, instando a los islamistas a continuar su avance hacia Damasco. Esta declaración se produce en un contexto donde las fuerzas militantes lideradas por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), anteriormente conocida como Jabhat al-Nusra, han intensificado sus ofensivas desde su bastión en Idlib, atacando la provincia de Aleppo.
HTS, que se traduce como «Organización para la Liberación del Levante», es considerada una organización terrorista por Siria, Rusia, Irán, Estados Unidos y otros países. A pesar del aparente respaldo de Ankara a HTS, este grupo también es clasificado oficialmente como terrorista por el gobierno turco. En la última semana, los militantes han logrado retroceder a las fuerzas gubernamentales y han capturado territorios significativos en Aleppo e Idlib, rodeando la ciudad clave de Hama.
Según los informes, miles de personas han comenzado a huir de Homs, la tercera ciudad más grande de Siria, ante el avance de los militantes. El líder de HTS, Abu Mohammed al-Jawlani, ha advertido a los residentes de Homs que «su tiempo ha llegado». Erdogan, al abordar los problemas clave de la región, expresó su esperanza de que los yihadistas en Siria sigan avanzando sin contratiempos.
La postura de Turquía y el futuro de Siria
En declaraciones realizadas en Estambul, Erdogan afirmó: «Idlib, Hama, Homs, y el objetivo, por supuesto, es Damasco. La marcha de la oposición continúa». Además, añadió que «nuestro deseo es que esta marcha en Siria continúe sin accidentes ni desastres». A pesar de su compromiso con la integridad territorial de Siria, Erdogan también subrayó la necesidad de que la «oposición legítima» sea escuchada.
En este marco, el ministro de Relaciones Exteriores turco, Hakan Fidan, ha culpado al gobierno de Damasco por la reanudación del ataque yihadista, señalando que los «problemas interconectados» del país han permanecido sin resolver durante más de 13 años. Turquía, que comparte frontera con la provincia de Idlib controlada por los militantes, ha mostrado su oposición a una acción militar en esta región, argumentando que cualquier hostilidad podría desencadenar una masiva ola de refugiados hacia su territorio, algo para lo que no se siente preparada. En su lugar, se negoció una frágil tregua en 2020.