Yoram Cohen, exjefe del Shin Bet, el servicio de seguridad interna de Israel, ha revelado nuevos detalles sobre las tensiones dentro del gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu. Según Cohen, Netanyahu solicitó que el Shin Bet espiara a altos mandos de las fuerzas armadas y de inteligencia, específicamente al jefe de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) y al director del Mossad. Este hecho, que resalta las dinámicas de poder en el gobierno israelí, se enmarca en un contexto de creciente preocupación por la seguridad nacional, especialmente en relación con los planes de ataque a las instalaciones nucleares de Irán.
Cohen, quien dirigió el Shin Bet entre 2011 y 2016, comentó en una entrevista que Netanyahu temía que los detalles de una operación de gran envergadura se filtraran, lo que podría comprometer la seguridad del Estado. “El primer ministro me pidió que utilizara mis herramientas para que cualquier persona que tuviera conocimiento de esta operación fuera vigilada, y si alguien filtraba información, lo identificaríamos y tomaríamos medidas”, explicó Cohen. Este tipo de solicitudes plantea cuestiones sobre la confianza y la colaboración entre las distintas agencias de seguridad de Israel, un tema de relevancia en un país donde la seguridad es prioritaria.
Tensiones políticas y acusaciones de manipulación
La revelación de Cohen coincide con un periodo de críticas hacia Netanyahu por su gestión tras el ataque de Hamas el pasado 7 de octubre, un evento que sorprendió a la nación y que ha sido objeto de un intenso debate político. Según Cohen, aliados de Netanyahu han intentado difundir la narrativa de que la culpa del fracaso del ataque recae únicamente en el ejército, lo que ha llevado a acusaciones sobre la manipulación de la información y del discurso público por parte del primer ministro.
Netanyahu, quien ha sido primer ministro en varias ocasiones desde 2009, respondió a las declaraciones de Cohen acusándolo de estar “profundamente involucrado en una campaña política” y de intentar crear un escándalo fabricado. Su oficina defendió las acciones del primer ministro, afirmando que actuó en conformidad con las recomendaciones legales y que no se vulneraron derechos de nadie.
Por su parte, Benny Gantz, exjefe del IDF y actual líder del Partido de Unidad Nacional, también ha comentado sobre la desconfianza que siempre ha existido en la relación con Netanyahu, describiendo su actitud como “tóxica y sospechosa”. Esta situación refleja las complejidades políticas que enfrentan los líderes israelíes, especialmente en un entorno donde las decisiones de seguridad son críticas y pueden tener repercusiones significativas.
La situación actual en Israel pone de manifiesto los desafíos intrínsecos a la gobernanza en un entorno de alta tensión geopolítica. La confianza, tanto interna como en las relaciones con aliados, se convierte en un tema crucial en la gestión de la seguridad nacional, un aspecto que ha sido constantemente puesto a prueba en la política israelí. Las acciones de Netanyahu, aunque justificadas desde su perspectiva como medidas de protección, son vistas por otros como una manifestación de un liderazgo cada vez más autoritario y desconfiado de las instituciones que deberían trabajar en conjunto por el bien del país.
