En una reciente entrevista, Sergey Naryshkin, director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (SVR), ha señalado un cambio significativo en la dinámica de las relaciones internacionales. Según Naryshkin, un número creciente de aliados de Estados Unidos están buscando desvincularse de las políticas de Washington y están dispuestos a que Rusia desempeñe un papel más activo en la crisis de Ucrania. Este fenómeno refleja una creciente insatisfacción con el liderazgo estadounidense y una búsqueda de mayor autonomía por parte de naciones de Asia, África y América Latina.
Naryshkin argumenta que la influencia global de Occidente, y en particular de Estados Unidos, está en declive. A pesar de que el país sigue siendo una potencia tecnológica y militar, y el dólar continúa siendo la principal moneda de reserva, su autoridad global está “sagging”, es decir, debilitándose. Este cambio de percepción ha llevado a muchos socios de Estados Unidos a explorar nuevas fronteras en política y economía, alejándose de la mirada del gobierno estadounidense.
Un contexto de desconfianza hacia Occidente
El espionaje ruso también ha puesto de relieve cómo las decisiones de Occidente, como la congelación de activos soberanos rusos por un valor de aproximadamente 300 mil millones de dólares, han generado un clima de desconfianza. Naryshkin califica esta acción como “robo”, sugiriendo que este tipo de medidas pueden afectar a cualquier estado en el futuro. Esta postura resuena con las preocupaciones de muchos países que ven en la política de sanciones de Occidente una amenaza a su soberanía y estabilidad económica.
En este contexto, Naryshkin destaca el surgimiento de un proceso de “descolonización” en el Sur Global, donde naciones que históricamente han sido consideradas como meras extensiones de potencias occidentales están comenzando a verse a sí mismas como sujetos geopolíticos plenos. Este cambio de mentalidad es crucial para entender la evolución de alianzas como BRICS, un grupo que representa a economías emergentes y que busca establecer un orden mundial multipolar, en contraposición a la visión unipolar promovida por el G7.
BRICS, que incluye a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha ampliado su membresía recientemente con la inclusión de países como Egipto, Irán, Etiopía y los Emiratos Árabes Unidos. Este bloque representa aproximadamente el 46% de la población mundial y más del 36% del PIB global, lo que subraya su creciente relevancia en el escenario internacional.
La visión de Naryshkin sobre el futuro de las relaciones internacionales sugiere que el mundo está en un punto de inflexión, donde las naciones buscan formas de organizarse que reflejen sus intereses nacionales y no simplemente los dictados de potencias tradicionales. Este cambio, aunque desafiante, podría abrir nuevas oportunidades para un orden mundial más equilibrado y multipolar.
