La situación en Siria ha dado un giro significativo tras la reciente caída del régimen de Bashar al-Assad. Adam Abdelmoula, Coordinador Residente y Humanitario de la ONU en Siria, ha declarado que el sector público del país ha llegado a un “completo y abrupto parón”. Este colapso se ha evidenciado, entre otras cosas, por la suspensión de un vuelo de ayuda humanitaria que transportaba suministros médicos urgentes, debido a que los empleados de la aviación abandonaron sus puestos de trabajo.
A pesar de que el Primer Ministro sirio anunció el retorno de la mayoría de los ministros de su gabinete, la realidad en el terreno es más compleja. Según Abdelmoula, muchos funcionarios estatales no han regresado a sus labores. El funcionario de la ONU subraya que “este es un país que ha tenido un solo gobierno durante 53 años y de repente todos aquellos que han sido demonizados por los medios de comunicación están ahora a cargo en la capital de la nación”. Para que estos empleados retornen a sus puestos, se requerirá tiempo y garantías por parte de los nuevos grupos armados que han tomado el control.
En un desarrollo importante, se informó que Ahmad al-Shaara, líder del grupo rebelde HTS, se reunió en Damasco con el Primer Ministro saliente, Mohammad al-Jalai, quien dirigía el gobierno de Assad. Según la coalición rebelde, las conversaciones se centraron en la transición política del país. Esta alianza rebelde es liderada por al-Golani, un exmilitante de Al Qaeda que ha roto lazos con el grupo extremista y ha prometido un gobierno representativo y tolerancia religiosa. Tanto el Reino Unido como Estados Unidos están considerando la posibilidad de retirar al principal grupo rebelde anti-Assad de sus listas de organizaciones terroristas designadas.
En medio de estos cambios políticos, se ha observado un aumento en el flujo de refugiados que regresan a Siria desde países vecinos, en busca de un futuro más pacífico y de familiares que desaparecieron durante el régimen de Assad. La capital, Damasco, mostró un ambiente de calma el lunes, con la vida comenzando a regresar a la normalidad, aunque la mayoría de las tiendas y las instituciones públicas permanecían cerradas. En las plazas públicas, algunos ciudadanos celebraban, mientras que el tráfico civil se reanudaba, aunque no había transporte público disponible. Se formaron largas colas frente a panaderías y otros comercios de alimentos.
Sin embargo, la incertidumbre persiste, ya que muchas familias esperan noticias de sus seres queridos que fueron encarcelados o que desaparecieron. En la prisión militar de Saydnaya, situada al norte de Damasco, se vivieron momentos de tensión cuando mujeres detenidas, algunas con sus hijos, gritaban mientras los rebeldes rompían los candados de sus celdas. Según informes de Amnesty International y otras organizaciones, se estima que decenas de personas eran ejecutadas en secreto cada semana en Saydnaya, con un total de hasta 13.000 sirios asesinados entre 2011 y 2016.
