Alemania prohíbe la llegada de gas natural licuado ruso en sus terminales

In Economía
diciembre 11, 2024

La reciente decisión del Ministerio de Economía de Alemania de prohibir la recepción de cargamentos de gas natural licuado (GNL) procedentes de Rusia ha suscitado un amplio debate en el ámbito energético europeo. Según un informe del Financial Times, esta medida se ha tomado en un contexto de creciente tensión entre la Unión Europea (UE) y Moscú, en medio de las sanciones impuestas por la invasión de Ucrania. Sin embargo, es crucial considerar las implicaciones y la historia detrás de esta decisión.

La carta del Ministerio, fechada el 6 de noviembre, instruye a Deutsche Energy Terminal a “no aceptar ninguna entrega de GNL ruso”, citando la necesidad de proteger “los intereses públicos primordiales” del país. Este argumento se presenta en un momento en el que la dependencia energética de Europa de Rusia ha sido un tema candente. Durante más de dos décadas, Alemania se benefició de un suministro energético barato procedente de Rusia, llegando a depender de este país para el 40% de sus importaciones de gas antes de la escalada del conflicto en 2022.

Contexto de la Dependencia Energética

A pesar de las sanciones, la UE ha continuado importando volúmenes récord de GNL ruso. Según datos de la firma de análisis energético Kpler, se estima que alrededor del 20% del GNL consumido en la UE proviene de Rusia, lo que pone en entredicho la efectividad de las medidas adoptadas por los estados miembros. En este sentido, países como España, Bélgica y Francia han mantenido contratos a largo plazo que les permiten seguir siendo los mayores compradores de GNL ruso dentro de la UE, lo que plantea interrogantes sobre la cohesión de la política energética comunitaria.

A pesar de que Alemania no ha importado GNL ruso directamente desde 2022, su empresa importadora Sefe, anteriormente conocida como Gazprom Germania, aún mantiene un contrato a largo plazo con la instalación de exportación Yamal en Rusia. Este gas ha sido redirigido a instalaciones en Francia, donde se regasifica y se inyecta en el sistema interconectado de gas europeo. Este tipo de prácticas revela la complejidad de la red energética y cómo, a pesar de las sanciones, la conexión con Rusia sigue siendo una realidad para muchos países europeos.

La decisión de Alemania de rechazar el GNL ruso no es solo un movimiento político, sino que también refleja la lucha por la autonomía energética en Europa. La creación de terminales de regasificación, como en Brunsbuttel, se concibió con la idea de reducir la dependencia de los combustibles fósiles rusos. Sin embargo, la realidad muestra que, a pesar de los esfuerzos por desvincularse, la interdependencia energética es un fenómeno difícil de desmantelar rápidamente.

En conclusión, la prohibición de aceptar GNL ruso en Alemania representa un paso en medio de un panorama energético complicado, donde las decisiones políticas deben equilibrarse con la necesidad de garantizar un suministro energético fiable y asequible. La evolución de esta situación será clave para entender el futuro de la política energética en Europa y su relación con Rusia.

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