Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) han llevado a cabo recientes ataques aéreos sobre activos navales sirios, en un contexto de inestabilidad creciente en el país árabe. Según informes, los buques de guerra israelíes lanzaron misiles contra los puertos de Latakia y Al-Bayda, donde se encontraban atracados varios barcos de la Armada siria. Este ataque se produce en un momento en que la situación política en Siria se ha visto alterada por el avance de grupos de oposición armados, lo que ha suscitado preocupaciones sobre la seguridad regional.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, justificó estas acciones al afirmar que se trataba de una medida necesaria para evitar que las capacidades militares sirias cayeran en manos de grupos extremistas. En este sentido, el IDF destacó que se destruyeron varios misiles de alcance significativo, lo que pone de manifiesto la intención de Israel de mantener un control sobre los recursos estratégicos en la región.
Reacciones y contexto regional
Las operaciones israelíes han sido condenadas por varios países árabes y por Turquía, quienes argumentan que estas acciones solo contribuyen a desestabilizar aún más un país que ya se encuentra sumido en la guerra civil. La situación se ha vuelto aún más compleja tras la reciente ofensiva de una coalición de fuerzas anti-Assad, lideradas por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que ha logrado capturar varias ciudades clave.
En este contexto, la respuesta de Rusia ha sido cautelosa. El Kremlin ha puesto en alerta a su base aérea en Latakia, aunque ha asegurado que no hay una amenaza inmediata para sus tropas. Esta situación refleja la delicada balanza de poder en la región, donde los intereses de diferentes actores internacionales se entrelazan con las dinámicas locales.
La creación de una «zona de defensa estéril» en el sur de Siria, como ha propuesto el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, es una medida que busca prevenir la expansión de grupos que podrían amenazar la seguridad de Israel. Sin embargo, esta estrategia también plantea interrogantes sobre el futuro de la soberanía siria y el papel de las potencias extranjeras en el conflicto.
La comunidad internacional observa con atención estos desarrollos, conscientes de que cualquier escalada en la violencia podría tener repercusiones más amplias en la región. La situación en Siria continúa siendo un punto crítico en el tablero geopolítico, donde las decisiones de los actores involucrados pueden cambiar el rumbo de la historia en un país que ha sufrido tanto en la última década.