La inclusión del breakdancing, o breaking, en los Juegos Olímpicos de París 2024 ha suscitado una serie de reflexiones sobre la naturaleza de este deporte y su exclusión del ámbito de los Juegos Paralímpicos. A pesar de que el breakdancing tiene sus raíces en las comunidades trabajadoras y desfavorecidas de Nueva York en las décadas de 1960 y 1970, su llegada a la élite deportiva también ha traído consigo debates sobre la equidad y la representación.
El hecho de que los atletas paralímpicos no puedan competir en breakdancing ha generado críticas, especialmente dado que este deporte, por su esencia, promueve la igualdad de oportunidades. Algunos expertos han señalado que la omisión de estas competiciones en los Juegos Paralímpicos refleja «prejuicios subconscientes» sobre lo que se considera «artístico» y «bello». Simon Hayhoe, profesor asociado en Educación Especial, Discapacidad e Inclusión en la Universidad de Exeter, ha comentado que «la discapacidad no se ve como ‘hermosa’, lo que lleva a excluir a las personas de eventos donde se valora y celebra la belleza».
Adaptación y reconocimiento en el ámbito paralímpico
A pesar de que el breakdancing ha sido practicado por personas con discapacidades durante décadas, y estudios demuestran que esta forma de arte puede mejorar el equilibrio y la movilidad, su inclusión en los Juegos Paralímpicos enfrenta obstáculos técnicos. Según la Comisión Internacional de Paralímpicos (IPC), el breakdancing no puede ser parte del programa paralímpico porque la Federación Mundial de Danza, que rige las competiciones de breakdancing, no es reconocida como una federación internacional por la IPC.
Existen propuestas sobre cómo adaptar el breakdancing para los atletas con discapacidad, sugiriendo la creación de diferentes categorías según el tipo de discapacidad, similar a las clases de peso en el boxeo. Esta adaptación podría permitir que personas con discapacidades visuales o con extremidades afectadas compitan en condiciones de igualdad, manteniendo la esencia del deporte.
El caso del atleta ruso Maksim Sedakov, quien realizó una exhibición de breakdancing en el Campeonato de Danza en Silla de Ruedas en Hong Kong en 2009, es un ejemplo del potencial inclusivo de esta disciplina. Sin embargo, la falta de un marco regulador adecuado y el reconocimiento oficial continúan siendo un desafío importante.
En este contexto, es fundamental considerar no solo la evolución del deporte, sino también la responsabilidad de las instituciones deportivas en garantizar un acceso equitativo y una representación adecuada de todas las capacidades en el ámbito competitivo.