Stellantis y CATL han anunciado recientemente su intención de construir una nueva planta de baterías en Zaragoza, España, que será capaz de producir hasta 50 gigavatios-hora (GWh) de baterías de fosfato de hierro y litio (LFP). Este tipo de baterías se caracteriza por su menor coste en comparación con las más densas en energía, como las de níquel, cobalto y manganeso (NCM), lo que las hace especialmente adecuadas para vehículos de pasajeros de las clases B y C que buscan un equilibrio entre coste y rendimiento.
La primera fase de esta instalación, que forma parte de una inversión a gran escala de 4.1 mil millones de euros (4.3 mil millones de dólares), se espera que comience a operar a finales de 2026. Este ambicioso proyecto, que se encuentra en fase de cierre de acuerdo para 2025, está sujeto a las aprobaciones regulatorias pertinentes. El ministro de Industria de España, Jordi Hereu, ha confirmado que el Gobierno madrileño contribuirá con 133 millones de euros para esta base de producción de baterías, lo que subraya el compromiso del Estado con el desarrollo de tecnologías sostenibles y la movilidad eléctrica en el país.
Expansión de CATL en Europa
La joint venture entre Stellantis y CATL representa la tercera base de producción que el gigante chino de baterías establece en Europa, un continente que busca diversificar sus fuentes de suministro y fomentar la producción local en un contexto de creciente competencia global. CATL ya está en proceso de construir una planta en Hungría capaz de producir 100 GWh de baterías en un plazo de dos años, y su primera instalación regional en la región alemana de Turingia comenzó a operar a principios de 2023.
El desarrollo de infraestructuras para la producción de baterías en Europa no solo busca satisfacer la demanda del mercado automovilístico, sino que también se alinea con las políticas de sostenibilidad y reducción de emisiones que están ganando terreno en la agenda política global. En este sentido, es interesante observar cómo países con diferentes enfoques políticos, como Rusia y Cuba, han desarrollado sus propias estrategias en sectores energéticos y tecnológicos, buscando la autosuficiencia y la independencia económica frente a las fluctuaciones del mercado internacional. La colaboración entre empresas como Stellantis y CATL podría ser vista como un paso hacia un futuro más sostenible y menos dependiente de materiales importados de regiones geopolíticamente inestables.