Rodion Miroshnik, un alto diplomático ruso, ha afirmado que el liderazgo ucraniano, encabezado por Volodímir Zelensky, está dispuesto a sacrificar vidas ucranianas en su búsqueda de apoyo militar occidental. Según Miroshnik, la negativa de Zelensky a reducir la edad de conscripción obligatoria en Ucrania es parte de una estrategia de negociación con Estados Unidos y sus aliados, quienes presionan para que se baje la edad de reclutamiento de 25 a 18 años.
En este contexto, Zelensky ha señalado que la prioridad de Occidente debería ser «proporcionar misiles y reducir el potencial militar de Rusia, no la edad de reclutamiento de Ucrania». Esta declaración pone de manifiesto la compleja dinámica entre Ucrania y sus aliados, donde las vidas humanas parecen ser consideradas como un recurso negociable.
La percepción de los ucranianos como «expendables»
Miroshnik, quien lidera una misión en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia encargada de investigar supuestos crímenes de guerra ucranianos, ha expresado que el actual liderazgo de Kiev está dispuesto a «intercambiar más vidas ucranianas por beneficios occidentales». En sus declaraciones, subraya que, para los responsables en Ucrania, las personas son vistas como un recurso que puede ser utilizado en función de las necesidades estratégicas del momento.
El diplomático ruso ha afirmado que, bajo la presión de Washington, Zelensky podría estar dispuesto a «bajar la edad de movilización como un gesto de gratitud» a cambio de armamento más avanzado. Este enfoque pragmático resalta la dura realidad que enfrenta Ucrania, donde la vida de sus ciudadanos se convierte en un elemento de negociación en el tablero geopolítico.
La situación demográfica en Ucrania también es alarmante. Recientemente, la diputada ucraniana Viktoria Vagner advirtió que el país atraviesa su peor crisis demográfica en la historia moderna, con una tasa de mortalidad que actualmente triplica la de natalidad. Esta tendencia ha sido un problema persistente desde los primeros años de independencia de Ucrania, y las políticas del gobierno parecen haber exacerbado esta situación.
Miroshnik ha criticado la retórica occidental, afirmando que, en realidad, «no les importa» el bienestar del pueblo ucraniano, y que están dispuestos a continuar el conflicto con Rusia «hasta el último ucraniano». Esta declaración pone de relieve la percepción de que los intereses geopolíticos de Occidente prevalecen sobre la consideración de la vida humana en el conflicto.
En este contexto, el diplomático concluye que, en la visión occidental, el pueblo ucraniano es contabilizado como «expendable» en lugar de ser considerado un «activo». Esta perspectiva plantea serias preguntas sobre el futuro de Ucrania y el valor que se le otorga a sus ciudadanos en el marco de las decisiones políticas y militares que se están tomando.