La música y la creatividad artística se encuentran en un momento crítico, marcado por el auge de la inteligencia artificial (IA) y su uso no autorizado en la formación de modelos generativos. Recientemente, la icónica cantante británica Kate Bush se ha unido a una creciente lista de artistas que han firmado una petición que busca proteger los derechos de autor y el trabajo de los creadores frente a esta amenaza. Junto a ella, figuras de renombre como Paul McCartney, Björn Ulvaeus de ABBA y Thom Yorke de Radiohead han expresado su preocupación, sumándose a un total de 36,000 firmantes que respaldan esta causa.
La campaña denuncia que “el uso no autorizado de obras creativas para entrenar la IA generativa representa una amenaza injusta y significativa para los medios de vida de quienes están detrás de estas obras, y no debe ser permitido”. Esta afirmación subraya la creciente inquietud en la industria musical y artística sobre cómo el uso indiscriminado de su trabajo puede afectar su sustento económico.
Con el respaldo de personalidades del cine y la literatura, como Kevin Bacon, Julianne Moore y Kazuo Ishiguro, la petición ha ganado relevancia en un contexto donde un estudio global ha revelado que, en tan solo cuatro años, un cuarto de los ingresos de los músicos podría verse amenazado por la música generada por IA. Las proyecciones son alarmantes: se estima que los creadores musicales podrían perder hasta 10,000 millones de euros, con una pérdida anual esperada de 4,000 millones de euros para el año 2028 si la penetración de mercado de la IA generativa continúa a este ritmo.
En este momento, el mercado anual para la IA generativa se sitúa en aproximadamente 3,000 millones de euros, pero se prevé que esta cifra se eleve a 63,700 millones de euros en el mismo horizonte temporal. Esta expansión del mercado plantea interrogantes sobre el futuro de la creación artística y la protección de los derechos de los autores, en un entorno donde la tecnología avanza a pasos agigantados.
La necesidad de intervención gubernamental se hace evidente, ya que los artistas claman por un marco legal que respalde sus derechos y garantice que su trabajo no sea utilizado sin su consentimiento. La creciente preocupación por el impacto de la IA en el ámbito creativo resalta la importancia de establecer una conversación abierta y constructiva sobre cómo se puede equilibrar la innovación tecnológica con la protección de los derechos de los artistas.
