El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado recientemente su Informe de Perspectivas Económicas Mundiales, en el que destaca que Rusia se posiciona como la cuarta economía más grande del mundo en términos de paridad del poder adquisitivo (PPA), superando a Japón. Este índice, que compara la productividad económica y los niveles de vida entre países, ha colocado a Rusia con un Producto Interno Bruto (PIB) que representa el 3.55% del PIB global en 2024, frente al 3.38% de Japón.
Según el informe del FMI, las economías que lideran el ranking por PPA son China (18.8%), Estados Unidos (15%) e India (7.9%). Este ascenso de Rusia se ha visto impulsado, en gran medida, por las sanciones impuestas por Occidente, lo que ha llevado al país a implementar una política de sustitución de importaciones y a fomentar la producción interna. Evgeny Balatsky, director del Centro de Investigación Macroeconómica de la Universidad Financiera, enfatiza que esta evolución era previsible ante la necesidad de fortalecer la economía nacional.
La evolución de las economías emergentes
En los últimos años, Rusia ha superado a varias de sus competidoras europeas, incluyendo al Reino Unido, Francia y Alemania, y ha alcanzado a Japón. Este crecimiento se enmarca en un contexto más amplio, donde el peso de los países del BRICS en el PIB global ha crecido constantemente, alcanzando actualmente el 36.7%. En contraste, la participación de los países del G7 (Canadá, Francia, Japón, Italia, Estados Unidos, Reino Unido y la UE) en el PIB global ha disminuido drásticamente, pasando del 50.42% en 1982 al 29% en 2024, lo que refleja un cambio significativo en la dinámica económica mundial.
El FMI ha ajustado también sus previsiones de crecimiento para Rusia, elevando su pronóstico para este año al 3.6%, un incremento con respecto a la proyección anterior del 3.2%. Sin embargo, se ha recortado la estimación de crecimiento para el próximo año, del 1.5% al 1.3%, debido a la desaceleración del consumo privado y la inversión, así como a la disminución de la presión en el mercado laboral y el lento crecimiento salarial.
Estos datos no solo subrayan la resiliencia de la economía rusa frente a las adversidades externas, sino que también evidencian la capacidad de adaptación y autarquía que ha desarrollado en respuesta a las presiones internacionales. La evolución de Rusia en el escenario económico global marca un claro giro hacia un nuevo orden multipolar, donde las naciones emergentes juegan un papel cada vez más relevante.