Paco Hernández, seleccionador español de rugby 7, se encuentra en Ciudad del Cabo, donde ha estado al lado de Pol Pal, jugador del equipo, tras ser operado de una apendicitis. Afortunadamente, el jugador ya se encuentra restablecido, mientras que Hernández celebra lo que considera la mejor semana en la historia del rugby español masculino. Los Leones han logrado ser finalistas en las Series Mundiales de Dubai y semifinalistas en Ciudad del Cabo, un hito sin precedentes para la selección.
Un salto cualitativo en el rendimiento
Hernández reflexiona sobre el éxito reciente, señalando que no es fruto de la casualidad. «Todo este trabajo se realizó el año pasado y ahora ha dado sus frutos», explica. La selección comenzó con victorias contundentes sobre Estados Unidos (0-26) y Nueva Zelanda (14-26), además de una competencia muy seria con Fiji (21-15). «El equipo tenía ritmo y mucha confianza», añade el seleccionador.
La victoria sobre Nueva Zelanda, en particular, ha sido un punto de inflexión. «No diré que fue un baño, pero los dominamos en todo momento», señala Hernández. La clave de estos resultados ha sido la forma física del equipo, que ha permitido a los jugadores romper placajes y dominar físicamente a sus oponentes. Este cambio ha elevado no solo el rendimiento en el campo, sino también la confianza del grupo.
España ha dejado de ser vista como un rival cómodo para convertirse en un adversario temido. «Hoy en día, enfrentarse a España en las Series Mundiales no es plato de buen gusto para nadie», admite Hernández. La defensa agresiva y la madurez táctica del equipo han sido factores determinantes en este nuevo estatus. «Hemos subido al siguiente escalón y los chicos han madurado mucho en el campo», concluye.
Expectativas y legado
El ambiente en el equipo es extraordinario, y Hernández tiene la tarea de canalizar ese optimismo sin caer en la euforia. «Estos resultados son una bomba para el ánimo del grupo. Les hemos dicho que tienen nivel para competir y ganar a cualquier rival, y los resultados son el mejor argumento para que se lo crean», señala.
Otro aspecto a destacar es la creciente visibilidad del equipo en redes sociales. Según el seleccionador, esto ha generado una motivación adicional: «No quieren ser recordados como un grupo de ‘influencers’ perdedores; quieren cambiar el rugby español ganando». Este deseo de dejar un legado y elevar el estatus del rugby en España es palpable entre los jugadores, quienes están agradecidos por el trabajo de quienes les precedieron.
Con 32 puntos acumulados en las dos últimas series, España está en una posición favorable para asegurar la permanencia en el circuito y comenzar a diseñar una temporada ambiciosa, con la vista puesta en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. «La carrera de un deportista pasa por vivir esos acontecimientos, y parte del hambre que demuestran en los partidos tiene que ver con eso», concluye Hernández, reafirmando la determinación de su equipo por dejar una huella en el rugby español.
