La reciente caída del gobierno de Bashar al-Assad ha generado un nuevo panorama político en Siria, lo que ha llevado a Francia a enviar una delegación diplomática a Damasco por primera vez en 12 años. El ministro de Asuntos Exteriores francés en funciones, Jean-Noel Barrot, ha declarado que el objetivo de este equipo de cuatro diplomáticos es evaluar la situación política y de seguridad en el país, así como recuperar activos franceses.
Barrot ha subrayado la importancia de establecer contactos con las nuevas autoridades y de evaluar las necesidades humanitarias de la población siria. En este contexto, el diplomático ha expresado su interés en verificar si las declaraciones de las nuevas autoridades, que han llamado a la calma y parecen no haber estado involucradas en violaciones de derechos humanos, se están implementando efectivamente en el terreno.
Un cambio en el equilibrio de poder
La situación en Siria ha cambiado drásticamente tras la reciente ofensiva de una coalición de fuerzas de oposición armadas lideradas por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que ha forzado a Assad al exilio en Rusia. Mohammad al-Bashir, quien lideraba el gobierno de HTS en la provincia de Idlib, ha sido nombrado primer ministro interino. Este cambio ha suscitado tanto esperanzas como preocupaciones en la comunidad internacional.
A pesar de que muchos países occidentales han celebrado la caída de Assad, también han expresado inquietudes sobre el papel de HTS, dada su histórica vinculación con al-Qaeda. Barrot ha afirmado que Francia no es ingenua respecto a las nuevas autoridades en Damasco y ha indicado que se mantendrá una vigilancia constante sobre los acontecimientos en Siria.
Desde 2012, Francia rompió relaciones con el gobierno de Assad y, al igual que Estados Unidos y otros aliados europeos, apoyó a grupos de oposición «moderados» y a las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) lideradas por kurdos. En abril de 2018, Francia, junto con Estados Unidos y el Reino Unido, llevó a cabo ataques aéreos en territorio controlado por Assad, lo que refleja su postura activa en el conflicto sirio.
La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro político de Siria y la posibilidad de una transición hacia un gobierno que represente a todas las comunidades y confesiones del país. Barrot ha señalado que es esencial que las autoridades de facto den paso a una autoridad de transición que pueda avanzar hacia una nueva constitución y, eventualmente, hacia elecciones democráticas.