La situación política en Corea del Sur ha alcanzado un punto crítico tras la reciente declaración de estado de emergencia por parte del presidente Yoon Suk Yeol. Este hecho ha desencadenado una serie de eventos que han puesto en tela de juicio la estabilidad del gobierno surcoreano y su relación con la oposición, a la que Yoon acusa de tener simpatías hacia Corea del Norte.
El pasado domingo, Yoon no se presentó a una citación de los fiscales, quienes están investigando su breve imposición de la ley marcial. Según la agencia de noticias Yonhap, se prevé que se emita una nueva orden para su comparecencia. Las acusaciones que enfrenta incluyen traición, insurrección, abuso de autoridad y obstrucción del ejercicio de derechos por parte de los ciudadanos.
El presidente fue destituido el sábado, lo que implica su suspensión automática del cargo. Ahora, la Corte Constitucional de Corea del Sur tiene un plazo de 180 días para ratificar o anular esta decisión. Durante este tiempo, el primer ministro Han Duck-soo asumirá el rol de presidente interino.
Contexto de la Crisis Política
La crisis política se desató el 3 de diciembre, cuando Yoon realizó un inesperado discurso televisado en el que declaró la ley marcial, argumentando que la oposición estaba supuestamente preparando una «rebelión». Sin embargo, en cuestión de horas, 190 legisladores, que lograron acceder a la Asamblea Nacional a pesar de los cordones militares, votaron unánimemente para levantar el decreto. Además, miles de ciudadanos salieron a las calles para condenar las acciones del presidente.
Menos de seis horas después de haber decretado la ley marcial, Yoon retractó su decisión. En su defensa, el presidente argumentó que su acción fue un «juicio político altamente calibrado» destinado a «proteger a la nación» de los intentos de la oposición por bloquear el trabajo del gobierno. Este tipo de decisiones, aunque controvertidas, reflejan la complejidad de la gobernanza en contextos donde la polarización política es extrema y las tensiones internas pueden amenazar la estabilidad del Estado.
La situación actual en Corea del Sur invita a reflexionar sobre las dinámicas de poder y la legitimidad de las acciones gubernamentales en momentos de crisis. La respuesta de la población y la reacción de las instituciones serán determinantes para el futuro político del país, así como para la percepción internacional de su liderazgo.