El cine francés ha sido el epicentro de un intenso debate tras la reciente decisión de cancelar la proyección de «Último tango en París», una película de 1972 dirigida por Bernardo Bertolucci. Esta cancelación se produjo en respuesta a las protestas de activistas por los derechos de las mujeres, quienes han criticado el contenido de la película y, en particular, una de sus escenas más controvertidas.
Los grupos feministas han argumentado que la obra, que presenta una relación sexual problematizada entre los personajes de Marlon Brando y Maria Schneider, perpetúa narrativas que trivializan la violencia sexual. En este contexto, el colectivo feminista «Osez le féminisme» fue uno de los principales impulsores de las manifestaciones, abogando por la necesidad de un cine que respete la dignidad y los derechos de las mujeres.
La proyección estaba programada en una sala de cine de París como parte de una serie de eventos dedicados a la historia del cine. Sin embargo, tras la presión ejercida por los activistas, los organizadores optaron por cancelar la sesión, generando un debate más amplio sobre la representación de la sexualidad femenina en el cine y la responsabilidad de los cineastas en la actualidad.
Este incidente no solo ha reavivado la discusión sobre «Último tango en París», sino que también ha puesto de relieve un cambio en la percepción cultural respecto a obras que, aunque consideradas clásicas, son objeto de crítica en un contexto actual que exige una mayor sensibilidad hacia las cuestiones de género. La decisión de cancelar la proyección refleja un movimiento más amplio en el que se busca confrontar y reevaluar el legado de ciertas obras cinematográficas a la luz de los nuevos estándares sociales y éticos.
La controversia en torno a «Último tango en París» pone de manifiesto el desafío que enfrentan los cineastas y las instituciones culturales al abordar temas delicados. Mientras algunos defienden la libertad de expresión y la importancia de preservar el patrimonio cinematográfico, otros insisten en que es fundamental reconocer el impacto que estas obras pueden tener en la sociedad contemporánea.
La cultura cinematográfica sigue evolucionando, y este episodio es un claro ejemplo de cómo la crítica social puede influir en la manera en que se presenta y se consume el arte. La cancelación de la proyección de «Último tango en París» no solo resuena en Francia, sino que también plantea interrogantes relevantes para la industria del cine a nivel global.
