Casi se puede sentir, a 5.000 kilómetros de distancia, el intenso escalofrío que sin duda experimentará Kylian Mbappé cuando mañana, antes del partido, o quizás hoy mismo en el entrenamiento, regrese a pisar el Estadio Lusail. Allí, en Qatar, donde buscará la Copa Intercontinental, Mbappé tuvo la oportunidad de convertirse en una leyenda incontestable del fútbol, pero terminó por dejar sus aspiraciones en cenizas. Dos años exactos separan aquel Argentina-Francia del presente Real Madrid-Pachuca. Una coincidencia caprichosa que marca un contraste significativo.
Aquella tarde del 18 de diciembre de 2022, el día que reescribió las crónicas del fútbol, se congregó una multitud de argentinos en Doha. La capital qatarí se transformó, en cierto modo, en Buenos Aires, celebrando la figura de Leo Messi en un evento que parecía destinado a culminar en su glorificación. Ese día, Messi tomó el relevo de Maradona y condujo a Argentina hacia su tercer Mundial.
La final de todos los tiempos
Así fue, sin duda. Sin embargo, para alcanzar ese desenlace, tuvo que disputarse antes la final de todos los tiempos, un encuentro que terminó 3-3 y se resolvió en una tanda de penaltis inolvidable. Fue un bello pulso entre el destino que la Historia había trazado para Messi y la rebelión de un joven de 23 años llamado Kylian Mbappé.
Francia, en los primeros 70 minutos del partido, se mostró como un ente fantasmagórico. Parecía condenada a una derrota inminente, mientras Argentina se adelantaba con un penalti anotado por Messi y un segundo gol de Di María. En las gradas, la euforia se desbordaba.
El seleccionador francés, Didier Deschamps, agotó sus opciones. Sacó del campo a sus jugadores más experimentados, como Giroud, Dembélé y Griezmann, dejando a Mbappé como único referente en el césped. En un giro inesperado, el delantero del PSG anotó, en dos minutos, el doblete más rápido de la historia de las finales de los Mundiales.
El triplete de Mbappé
Mbappé llevó sobre sus espaldas el peso de un país, enfrentándose no solo a la presión del evento, sino también a la historia misma, intentando desafiar al que muchos consideran el mejor jugador de todos los tiempos, Lionel Messi. A pesar de sus esfuerzos, Argentina volvió a adelantarse en la prórroga.
Un penalti cometido por Montiel otorgó a Mbappé una nueva oportunidad de redención. No la desaprovechó y, instantes después, el Dibu Martínez realizó una parada clave que podría haber consagrado a Mbappé como una leyenda del fútbol, deteniendo el remate de Kolo Muani que habría cambiado el rumbo de la historia.
Marcar tres goles en una final de Mundial es un logro sin precedentes, uno que ni Pelé, ni Maradona, ni Zidane lograron. A sus 23 años, Mbappé podría haber sumado dos Mundiales consecutivos siendo una figura determinante en cada uno de ellos.
La actuación de Mbappé fue monumental, marcando también su penalti en la tanda decisiva. Sin embargo, sus compañeros Coman y Tchouaméni erraron en sus lanzamientos, mientras Argentina no falló. Así, Mbappé vio cómo su brillantez se convertía en una pesadilla insoportable.
Meses después, Mbappé reflexionó sobre su actuación: «La gente me decía ‘Gracias’, pero, ¿gracias por qué? Yo solo pensaba en la derrota. Fue muy difícil porque todo el planeta hablaba sobre ello».
El presidente francés, Emmanuel Macron, al consolar a Mbappé en el césped de Lusail, expresó: «Mbappé nos ha hecho sentir muy orgullosos a todos los franceses. Su actuación ha sido formidable, increíble».
Este miércoles, exactamente dos años después, Mbappé regresará a Lusail, si sus molestias musculares se lo permiten. Es probable que esta vez levante el trofeo, dada la notable superioridad del Real Madrid sobre el Pachuca mexicano. Sin embargo, esa alegría nunca podrá compararse con la de aquella noche, cuando Messi le impidió ser eterno.