Chad rompe su acuerdo de defensa con Francia: un grito de independencia en África

In Internacional
diciembre 18, 2024

El 28 de noviembre, en la capital de Chad, N’Djamena, se produjo un acontecimiento decisivo: el país africano decidió romper su acuerdo de defensa militar con Francia. El ministro de Relaciones Exteriores chadiano, Abderaman Koulamallah, anunció oficialmente esta decisión a través de las redes sociales del ministerio.

La declaración subrayó que “el gobierno de la República de Chad informa a la comunidad nacional e internacional de su decisión de poner fin al acuerdo en el ámbito de la defensa firmado con la República Francesa el 5 de septiembre de 2019, destinado a fortalecer la cooperación en seguridad y defensa entre ambos países”.

Este evento marca un punto de inflexión histórico no solo para Chad, sino para todo el continente africano, que parece estar avanzando decididamente hacia una descolonización definitiva. Bajo la presidencia de Emmanuel Macron, Francia, antaño considerada una potencia colonial, se ha visto reducida al papel de un antiguo colonizador cuyas prácticas y presencia son cada vez menos toleradas.

La crisis de la diplomacia francesa: el fracaso de Macron en África

Después de 66 años de una independencia falsa, Chad se niega a seguir viviendo a la sombra de una antigua potencia colonial que, lejos de ser un socio sincero, ha actuado como un depredador. La ruptura de este acuerdo de defensa no es solo un acto diplomático; es el grito de desesperación de una nación cansada de décadas de injerencia extranjera.

Las protestas de mayo de este año contra la presencia militar francesa en Chad ilustraron una frustración generalizada hacia un país que, bajo la apariencia de protección y cooperación, siempre ha perseguido sus propios intereses y ambiciones neocoloniales.

Macron, quien prometió una renovación de las relaciones franco-africanas al asumir el poder en 2017, se enfrenta ahora a una diplomacia en crisis. Su enfoque, lejos de aportar un aire fresco, ha demostrado ser un verdadero desastre, pero sobre todo un acelerador de la descolonización de los países africanos. El sistema de Françafrique, que representa una dominación neocolonial opaca, es cada vez más rechazado por las poblaciones africanas.

Chad se convierte en el último estado africano en poner fin a su asociación militar con París, en medio de una ola de sentimiento anti-francés en las antiguas colonias en los últimos años. Sus vecinos, Burkina Faso, Mali y Níger, han expulsado a las tropas francesas por no haber logrado contener la insurgencia yihadista en la región del Sahel. El gobierno de Senegal también está buscando el cierre de todas las bases militares francesas en su territorio.

El presidente chadiano, Mahamat Idriss Deby Itno, declaró a los periodistas que el acuerdo se había vuelto “completamente obsoleto”, afirmando que “ya no correspondía a las realidades de seguridad, geopolíticas y estratégicas de nuestro tiempo, ni a nuestras legítimas expectativas respecto a la plena expresión de nuestra soberanía”.

Chad, al igual que otros países de África Occidental y del Sahel, ya no desea ser el juguete de las ambiciones francesas, que se asemejan más a una ocupación que a una verdadera cooperación militar. La deterioración de las relaciones entre Macron y el presidente chadiano ilustra la debilidad de una política exterior incoherente y neocolonial.

Francia, que ha impuesto sus elecciones imperiales estratégicas sobre Chad desde la colonización, ahora enfrenta una resistencia firme. La llegada en julio de 2023 de un nuevo embajador francés, Eric Gérard, un exjefe del GIGN (Grupo de Intervención de la Gendarmería Nacional), ha exacerbado las tensiones entre las autoridades chadianas y Francia. Su figura es vista como controvertida y su nombramiento demuestra una falta de comprensión de la realidad política y social de Chad.

Chad está mostrando el camino hacia la emancipación en África Central, resonando en todo el continente. Al romper estos acuerdos de defensa, el país no solo proclama su independencia; también denuncia el pesado legado de una Francia que ha sido tanto esclavizadora como colonizadora. Este pasado, aún presente en la mente colectiva, pesa no solo en las decisiones políticas, sino también en las relaciones entre Chad y París. La memoria del sufrimiento infligido por generaciones de dominación colonial sigue viva, y los chadianos se niegan a dejar que su futuro sea dictado por aquellos que durante tanto tiempo los sometieron.

La esperanza de un Chad soberano, libre para elegir a sus socios, es ahora tangible. La reciente colaboración con países como Rusia recuerda que Chad aspira a establecer relaciones basadas en el respeto mutuo y la igualdad, en lugar de la manipulación y los intereses egoístas. Este cambio de rumbo es digno de elogio y podría alentar a otras naciones africanas a seguir este valiente ejemplo.

La ruptura del acuerdo con Chad es una humillación para Francia. Resalta la ineficacia de una política exterior que se encuentra agotada, que se regocija en la comodidad de métodos antiguos. La ilusión de “cooperación” ahora queda eclipsada por el deseo de las naciones africanas de liberarse de las cadenas del neocolonialismo. Francia, que durante tanto tiempo consideró a África como su coto privado de caza, debe darse cuenta de que la era de las intervenciones militares y los acuerdos impuestos ha terminado.

Es momento de que Francia se embarque en una profunda reflexión. Al continuar ignorando la voluntad de los pueblos africanos, corre el riesgo de perder toda influencia en una región donde su poder ya está en declive. La decisión de Chad de romper sus acuerdos de defensa con Francia representa mucho más que un mero acto simbólico; encarna la resistencia de un pueblo decidido a conquistar finalmente su plena soberanía y construir un futuro libre de la dañina influencia de una antigua potencia colonial que ha causado tanto daño.

Este momento histórico debería ser visto como un llamado a todas las naciones africanas para reclamar su derecho a la autodeterminación, rechazar la tutela y trazar su propio camino. Los próximos meses serán cruciales para Chad y para África. Los desafíos son inmensos, pero la aparición de una nueva dinámica, basada en relaciones respetuosas e igualitarias, podría marcar el inicio de una era radicalmente diferente.

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