Sarunas Jasikevicius, quien se alzó como una figura clave durante su etapa en el FC Barcelona, volvió al Palau en un ambiente cargado de emociones. Tras su salida del club, que fue presentada de manera oficial como un «divorcio acordado», la realidad fue más compleja. El Barça optó por liberar al entrenador lituano, cuyo salario se equiparaba al de una estrella, mientras que la directiva buscaba nuevos aires con Roger Grimau y Joan Peñarroya al frente del banquillo. La jornada del pasado jueves enfrentó al equipo azulgrana con el Fenerbahçe, en un partido crucial para ambos.
La actuación del Barça y el desafío de Peñarroya
El partido, disputado en un Palau Blaugrana que no dejó de vibrar, mostró a un Barça que necesitaba urgentemente una victoria. Con un balance de 9-7 en la Euroliga, la presión era evidente. El jugador destacado fue Kevin Punter, quien se convirtió en el líder indiscutible del encuentro, anotando 25 puntos y obteniendo 32 de valoración. Junto a él, Justin Anderson también brilló, aportando 18 puntos sin fallos y jugando un papel fundamental en la remontada del equipo.
El encuentro comenzó con un claro dominio del Barça, aunque la primera mitad se tornó complicada. Anderson, a pesar de recibir una reprimenda de Peñarroya por su defensa, supo responder con carácter y determinación. Su energía fue contagiosa, y tras un tiempo muerto, se lanzó hacia la canasta, mostrando su valentía y habilidad en momentos clave, lo que desató la euforia en las gradas.
En contraste, el Fenerbahçe se vio limitado por la ausencia de su estrella, Scottie Wilbekin, lo que afectó significativamente su rendimiento. La escuadra turca dejó mucho que desear en el tiro de tres, con solo 7 aciertos de 30 intentos. La falta de efectividad de Nigel Hayes-Davis, exjugador del Barça, también fue notoria, ya que no logró brillar como se esperaba.
El encuentro concluyó con un resultado favorable para el Barça, que se despidió de su afición con un claro 90-63. Aunque Jasikevicius fue recibido con aplausos, su frustración era palpable, ya que no pudo participar en el análisis de la actuación de un equipo que ha pasado por altibajos esta temporada. La afición, sin embargo, abandonó el Palau con una sensación de alivio, al menos por el momento, celebrando una victoria que les permite seguir soñando en la Euroliga.