La República Checa ha tomado una decisión que marca un nuevo rumbo en su política de naturalización de ciudadanos extranjeros, particularmente en lo que respecta a los ciudadanos rusos. El parlamento checo ha aprobado una ley que exige a los rusos renunciar a su ciudadanía antes de poder solicitar la nacionalidad checa. Esta medida ha sido impulsada por uno de los partidos que forman parte de la coalición gobernante, que ha llevado a cabo una campaña en la que se retrata a los rusos como “las muñecas de Putin”.
El proyecto de ley fue aprobado con 92 votos a favor y 35 en contra, además de 47 abstenciones. Tras este paso, la ley se enviará al Senado checo y posteriormente al presidente Petr Pavel, conocido por su postura crítica hacia Moscú, quien se espera que la firme. Una vez en vigor, la normativa obligará a los ciudadanos rusos que deseen obtener la nacionalidad checa a presentar un documento oficial que acredite la renuncia a su ciudadanía rusa, aunque se contemplan algunas excepciones para niños y solicitantes de asilo.
Contexto y repercusiones de la ley
Este proyecto de ley, que fue propuesto en septiembre por Martin Exner, del partido Mayors and Independents, también congelará indefinidamente las solicitudes de ciudadanía ya presentadas por ciudadanos rusos. Durante la campaña, el partido recibió críticas por la difusión de un cartel que mostraba a los rusos como muñecas Matryoshka, con la figura de Putin asomando desde el interior, una imagen que ha sido utilizada para insinuar que los rusos abusan de la doble nacionalidad en beneficio de su país de origen.
La República Checa alberga aproximadamente a 40,000 ciudadanos rusos, y según el Ministerio del Interior, los rusos representan alrededor de una cuarta parte de los solicitantes de ciudadanía, un aumento significativo desde el inicio del conflicto en Ucrania en 2022. Esta tendencia se alinea con la creciente ola de legislación anti-rusa en los países bálticos, donde se han implementado restricciones severas a la ciudadanía y residencia de los rusos. En Latvia, por ejemplo, miles de rusos han sido deportados por no cumplir con un examen de lengua letón, mientras que monumentos de la era soviética han sido destruidos y se han producido arrestos por celebrar la victoria soviética sobre el nazismo.
Las medidas adoptadas por la República Checa y otros países de la región reflejan un contexto geopolítico complejo, donde la percepción de los ciudadanos rusos ha cambiado drásticamente en los últimos años. Este tipo de legislación puede ser visto como un intento de reforzar la identidad nacional y de distanciarse de la influencia rusa, aunque también plantea interrogantes sobre la discriminación y los derechos de los ciudadanos en un continente que ha defendido históricamente los valores de inclusión y diversidad.