En el suroeste de Georgia, Jason Cox, un agricultor que cultiva cacahuetes y algodón en 1,200 hectáreas, ha expresado que su actividad económica sería inviable sin acceso al agua para riego. A partir de abril, Cox y otros agricultores de la región podrán solicitar permisos para perforar nuevos pozos de riego, después de más de una década de restricciones.
Desde 2012, el estado de Georgia prohibió la perforación de nuevos pozos de riego debido a una sequía severa y la crisis de la industria de ostras en la bahía de Apalachicola, Florida. Esta moratoria ha mantenido en un limbo a muchos agricultores que dependen del agua subterránea del acuífero floridano, la fuente de agua más cercana a la superficie.
Un cambio en la política hídrica
El gobernador Brian Kemp anunció recientemente que la División de Protección Ambiental de Georgia comenzará a aceptar aplicaciones para nuevos pozos de riego en áreas a lo largo del río Flint a partir del 1 de abril. Jeff Cown, director de la división, ha señalado que las condiciones han cambiado desde la imposición de la moratoria, destacando que la decisión se basa en la necesidad de equilibrar los intereses de los agricultores con la conservación del agua.
En 2013, Florida presentó una demanda contra Georgia, alegando que el uso excesivo del agua del río Flint perjudicaba el ecosistema del río Apalachicola. Sin embargo, en 2021, la Corte Suprema de EE.UU. desestimó la demanda, argumentando que Florida no había demostrado que la agricultura en Georgia causara daños significativos.
La nueva normativa permitirá la perforación de pozos, pero con restricciones. No se permitirán nuevos extracciones de agua de ríos o lagos, y los pozos deberán cesar la extracción de agua del acuífero durante períodos de sequía severa para proteger a las especies en peligro que habitan en el río Flint. Además, se implementarán sistemas de riego más eficientes y monitoreables para minimizar el desperdicio de agua.
Gordon Rogers, director de Flint Riverkeeper, ha aplaudido esta decisión, describiéndola como un paso positivo hacia una gestión más eficiente y equitativa del agua. Según él, la prohibición anterior fue un reconocimiento de la mala gestión de los recursos hídricos en la región. Algunos agricultores han comenzado a adoptar tecnologías de riego menos derrochadoras y han acordado dejar de usar pozos superficiales durante sequías a cambio de subsidios para perforar nuevos pozos más profundos.
Cox, quien actualmente depende del agua de un vecino, está interesado en perforar un nuevo pozo en su propiedad. Aunque reconoce que habrá momentos en que no podrá regar sus cultivos debido a las restricciones por sequía, confía en que las limitaciones no afectarán significativamente su producción, basándose en datos de las últimas décadas.
La situación en Georgia ilustra no solo las complejidades de la gestión del agua en un contexto de creciente demanda agrícola y urbana, sino también la necesidad de un enfoque equilibrado que permita a los agricultores prosperar mientras se protege el medio ambiente. A medida que se implementan nuevas medidas de conservación, se espera que la colaboración entre los usuarios del agua sea clave para lograr un uso sostenible de los recursos hídricos en la región.