La superficie del asteroide Vesta, explorado por la misión Dawn de la NASA, presenta características geológicas intrigantes, destacándose especialmente por la presencia de profundos canales o «gullies». Estas formaciones, a diferencia de los cráteres que dominan el paisaje de otros cuerpos celestes, han suscitado interés porque su origen no está del todo claro. Un reciente estudio de la NASA ofrece nuevas perspectivas sobre cómo estos canales podrían haberse formado, sugiriendo que podrían estar relacionados con flujos de agua ocasionados por impactos de meteoroides.
Hasta ahora, la hipótesis más aceptada sostenía que estos canales eran consecuencia de flujos de escombros secos impulsados por procesos geofísicos, como los impactos de meteoroides y cambios de temperatura por la exposición al sol. Sin embargo, el estudio más reciente, publicado en The Planetary Science Journal, proporciona evidencia que sugiere un proceso geológico menos evidente: flujos breves y repentinos de agua que habrían esculpido los canales y depositado sedimentos en la superficie de Vesta.
Simulaciones en laboratorio para entender Vesta
Los investigadores emplearon un equipo de laboratorio para recrear las condiciones que se podrían dar en Vesta tras un impacto de meteoroide. Utilizando el «Dirty Under-vacuum Simulation Testbed for Icy Environments» (DUSTIE) del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, simularon el ambiente alrededor de los líquidos que emergen a la superficie. Los resultados mostraron que el agua pura se congelaba casi instantáneamente, mientras que las soluciones salinas, esenciales para la formación de brine, permanecían fluidas durante al menos una hora. Este tiempo es suficiente para que se formen las características de flujo observadas en Vesta, que se estima requieren hasta media hora para desarrollarse.
La clave de este proceso se encuentra en el cloruro de sodio, más conocido como sal de mesa. Los experimentos demostraron que, bajo las condiciones del asteroide, las soluciones salinas no solo tardan más en congelarse, sino que también crean una capa congelada en la parte superior que estabiliza el líquido subyacente, permitiendo que fluya durante más tiempo. Este fenómeno es comparable a los tubos de lava en la Tierra, donde el material líquido fluye más lejos en condiciones protegidas que cuando está expuesto a temperaturas frías de la superficie.
Los hallazgos de este estudio no solo iluminan la historia geológica de Vesta, sino que también ofrecen perspectivas sobre otros cuerpos celestes, como Ceres y Europa. La misión Dawn, lanzada en 2007 y que finalizó en 2018, exploró no solo Vesta, sino también Ceres, donde se ha encontrado evidencia de reservas de brine en el subsuelo. Las similitudes en los procesos geológicos sugieren que la dinámica de los líquidos en estos cuerpos helados podría estar más interconectada de lo que se pensaba anteriormente.
Este tipo de investigaciones subraya la importancia de la ciencia planetaria en la comprensión de nuestro sistema solar y plantea preguntas fascinantes sobre la posibilidad de condiciones similares en otros mundos. A medida que continuamos explorando, cada descubrimiento nos acerca más a desvelar los misterios del cosmos y el potencial de vida en otros planetas.