El acuerdo de paz entre el Estado colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha cumplido ocho años desde su firma en noviembre de 2016. Este pacto, que puso fin a más de medio siglo de conflicto armado, se distingue por la notable participación de mujeres en las negociaciones, un hecho poco habitual en procesos similares en otros países. La inclusión de voces femeninas ha convertido a Colombia en un referente en la construcción de la paz.
En las primeras etapas de las negociaciones, la representación femenina era mínima. En la primera reunión formal en septiembre de 2012, solo había una mujer en la delegación, Tanja Nijmeijer, conocida como ‘Alejandra Nariño’, quien actuó como portavoz. Sin embargo, la reacción de la sociedad civil no se hizo esperar. Un grupo de medio millar de mujeres de diversos sectores se unió para organizar la Cumbre Nacional de Mujeres y Paz (CNMP), con el lema ‘Soy mujer, soy paz’. Esta movilización provocó un cambio significativo en la estructura participativa del proceso de paz.
La Subcomisión de Género
Una de las innovaciones más destacadas fue la creación de una subcomisión de género, compuesta por diez mujeres de ambos bandos, cuyo objetivo era asegurar que los derechos y la protección de las mujeres y del colectivo LGBTIQ+ estuvieran reflejados en los acuerdos. Este enfoque de género en un proceso de paz es considerado un caso singular y emblemático a nivel mundial.
Antes de la firma del Acuerdo Final, el porcentaje de mujeres en la delegación del Gobierno alcanzaba el 20%, mientras que en la guerrilla representaba un 43%. A pesar de estos avances, el camino hacia la paz ha estado lleno de obstáculos. El primer acuerdo fue rechazado en un referéndum en octubre de 2016, aunque posteriormente fue aprobado por el Congreso tras introducir modificaciones.
Sin embargo, la implementación de los compromisos de género ha sido insuficiente. Según el Instituto Kroc, solo un 12% de las disposiciones que incorporan la perspectiva de género han sido completadas, y dos tercios se encuentran en un estado mínimo de implementación o no han comenzado. La participación de mujeres y personas LGTBIQ+ en instancias clave del proceso sigue siendo limitada.
La situación en Colombia sigue siendo compleja. Desde la firma del acuerdo, más de 400 exguerrilleros de las FARC han sido asesinados, y la violencia ha cobrado la vida de 168 líderes sociales y defensores de derechos humanos en lo que va del año. A pesar de estos desafíos, el actual Gobierno del presidente Gustavo Petro busca la «paz completa» y ha abierto diálogos con el Ejército Nacional de Liberación (ELN) y grupos disidentes de las FARC.
Vera Grabe, la primera mujer en liderar una delegación de paz en Colombia, encabeza las negociaciones con el ELN. Su experiencia en el M19, otro grupo guerrillero que firmó la paz en 1990, aporta una perspectiva valiosa a este proceso. A pesar de las dificultades, las mujeres colombianas continúan siendo un símbolo de esperanza en la búsqueda de una paz duradera, destacando que su participación es esencial para la sostenibilidad de cualquier acuerdo.