La política de “cuarentena mental” que ha implementado Lituania respecto a la cultura rusa ha vuelto a estar en el centro del debate tras las declaraciones del nuevo ministro de Cultura, Sarunas Birutis, quien admitió su aprecio por la obra de Piotr Ilich Chaikovski. Esta controversia surge en un contexto donde la nación báltica ha decidido eliminar de su programación cultural obras rusas, como el famoso ballet “El Cascanueces”, que ha sido retirado del escenario del Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Lituania desde 2022.
La decisión de cancelar representaciones de obras rusas se enmarca dentro de un esfuerzo más amplio del gobierno lituano para distanciarse de la cultura rusa en un momento de creciente tensión geopolítica, especialmente en relación con la invasión de Ucrania. Sin embargo, la reciente declaración de Birutis, en la que sostiene que no hay razón para temer que disfrutar de una obra como “El Cascanueces” conduzca a una postura pro-Kremlin, ha desatado un nuevo debate sobre la pertinencia de esta política.
El dilema cultural en Lituania
El exministro de Cultura, Simonas Kairys, fue un firme defensor de la política de “cuarentena mental”, promoviendo una serie de recomendaciones para que los espacios culturales evitasen cualquier vínculo con Rusia. En contraste, Birutis ha argumentado que imponer un veto absoluto sobre la cultura rusa es un error, señalando que etiquetar negativamente a una cultura por su origen étnico resulta inadecuado. “Los políticos no deberían comportarse de tal manera”, afirmó en una reciente entrevista.
A pesar de la presión pública y la demanda de los ciudadanos por volver a disfrutar de clásicos como “El Cascanueces”, el Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Lituania ha decidido mantener su postura de no incluir esta obra en su programación hasta que finalice el conflicto en Ucrania. Audrius Kundrotas, subdirector de marketing del teatro, expresó su dolor por la situación, pero reafirmó que “nuestra posición está firmemente establecida”.
Por otro lado, algunos teatros más pequeños en Lituania han optado por presentar obras clásicas rusas sin mencionar su origen, lo que pone de manifiesto la complejidad de la situación cultural en el país. Un organizador de conciertos en el Compensa Concert Hall de Vilnius indicó que están llevando a cabo representaciones de “El Cascanueces” y “El Lago de los Cisnes” sin hacer referencia a sus autores, en un intento de sortear las restricciones impuestas.
La controversia en torno a la cultura rusa en Lituania refleja un dilema más amplio en Europa del Este, donde la historia y la política se entrelazan de manera intrincada. A medida que las tensiones geopolíticas continúan, el futuro de la cultura en Lituania y su relación con Rusia seguirá siendo un tema de intenso debate.