La isla de Groenlandia ha rechazado de manera contundente cualquier propuesta de venta a Estados Unidos, tras las declaraciones del presidente electo Donald Trump, quien afirmó que el control sobre este territorio ártico sería de interés estratégico y nacional para su país. Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca, es escasamente poblada y está mayormente cubierta de nieve y hielo.
El primer ministro de Groenlandia, Mute Egede, expresó en un comunicado que “Groenlandia es nuestra. No estamos a la venta y nunca estaremos a la venta. No debemos perder nuestra larga lucha por la libertad”. Estas palabras subrayan el fuerte sentido de autonomía y soberanía que caracteriza a la isla, que ha disfrutado de un gobierno local desde 1979.
Intereses estratégicos de Estados Unidos
Durante el anuncio de la nominación del nuevo embajador estadounidense en Dinamarca, Trump afirmó que “la propiedad y el control de Groenlandia es una necesidad absoluta” para Estados Unidos, “por razones de seguridad nacional y libertad en todo el mundo”. Aunque no realizó una oferta explícita para comprar la isla, sus comentarios han suscitado inquietudes sobre la posible intención de su administración de ejercer control sobre el territorio, incluso mediante la fuerza, dado que Dinamarca es un aliado en la OTAN.
En agosto de 2019, uno de los asesores de Trump confirmó que el entonces presidente estaba interesado en “explorar una posible compra de Groenlandia”, describiéndola como “un lugar estratégico” con abundantes minerales valiosos. La isla se sitúa sobre varias rutas comerciales clave en el océano Ártico y alberga importantes depósitos de uranio y metales preciosos. El control de Groenlandia permitiría a Estados Unidos reclamar alrededor de 900,000 kilómetros cuadrados de la plataforma continental adyacente.
A pesar de su vasta extensión de más de 2.1 millones de kilómetros cuadrados, Groenlandia cuenta con solo alrededor de 55,000 residentes, casi el 90% de los cuales son inuit. Desde el Tratado de Kiel de 1814, la isla ha sido reconocida como territorio danés. Aunque fue administrada como una colonia hasta 1953, ha disfrutado de un grado significativo de autonomía desde 1979, con un parlamento y un gobierno que gestionan asuntos internos, la aplicación de la ley y las funciones de la guardia costera.
Groenlandia dejó formalmente la precursora económica de la UE en 1985 debido a una disputa sobre derechos de pesca, aunque sigue vinculada al bloque como parte de Dinamarca. Este contexto resalta la complejidad de la situación geopolítica en la que se encuentra la isla, que, a pesar de su autonomía, depende de Copenhague para cuestiones de seguridad, política exterior y parte significativa de su presupuesto.