El Corredor Vasari, una pasarela elevada de 750 metros que conecta las Galerías Uffizi con el Palacio Pitti en Florencia, ha reabierto al público tras un ambicioso proyecto de restauración que ha durado ocho años y ha costado 11 millones de euros. Desde su inauguración oficial el 21 de diciembre, los visitantes tienen la oportunidad de recorrer por primera vez este acceso secreto que fue utilizado por la influyente familia Medici y la élite europea.
Comisionado por Cosimo I de Medici en 1565, el Corredor Vasari fue diseñado con múltiples objetivos. Además de permitir a los Medici desplazarse con privacidad entre sus oficinas gubernamentales en los Uffizi y su residencia en el Palacio Pitti, el pasadizo los protegía de las multitudes y de posibles amenazas. Su diseño refleja tanto la necesidad de secreto como la grandeza, con 73 pequeñas ventanas que ofrecen impresionantes vistas de Florencia, permitiendo a los Medici mantener una vigilancia sobre la ciudad sin tener que interactuar con el público.
A lo largo de los siglos, el corredor se convirtió en un espacio reservado únicamente para los privilegiados. Políticos, artistas y dictadores han recorrido este pasadizo a lo largo de la historia; en 1938, Benito Mussolini llevó a Adolf Hitler en una visita privada al corredor. Durante gran parte del siglo XX, el pasadizo permaneció cerrado al público, abierto solo para grupos de estudio selectos o visitas privadas, y se cerró completamente en 2016 por preocupaciones de seguridad.
La restauración del Corredor Vasari fue posible gracias a una combinación de fondos estatales y donaciones privadas, entre las que destaca una contribución de 1 millón de dólares (960.000 euros) del empresario estadounidense Skip Avansino. Actualmente, los visitantes pueden acceder al corredor por un coste adicional de 18 euros sobre la entrada de 25 euros a las Galerías Uffizi, lo que les permite caminar sobre los pasos de la historia y disfrutar de las impresionantes características arquitectónicas del lugar.
Simone Verde, director de las Galerías Uffizi, ha destacado la importancia de abrir el corredor no solo como un espacio histórico, sino también para mostrar al público la conexión entre las distintas partes de este monumental complejo y sus colecciones. Para garantizar una experiencia segura y controlada, se han implementado estrictas medidas de control de aforo, permitiendo la entrada de solo 25 visitantes cada 15 minutos. Dada su ubicación elevada sobre el río Arno, el corredor no puede cumplir con las normativas de seguridad que exigen salidas cada 30 metros, por lo que se han añadido cinco nuevas salidas.
A medida que los visitantes recorren el pasadizo, cruzan el famoso Ponte Vecchio y pasan por el antiguo balcón privado que los Medici utilizaban para asistir a misa en la iglesia de Santa Felicita, sin mezclarse con la congregación. Aunque el Corredor Vasari ha sobrevivido a guerras, bombardeos y ataques terroristas, su resistencia a lo largo de los siglos lo convierte en un símbolo de la resiliencia de Florencia y su papel continuo en la historia europea. En 1944, cuando las fuerzas alemanas destruyeron varios puentes de Florencia, el Ponte Vecchio fue el único que se salvó. Más recientemente, en 1993, el corredor sufrió daños por un atentado perpetrado por la mafia siciliana, que dejó cinco muertos y numerosos heridos.
El Corredor Vasari, restaurado y accesible al público, no solo ofrece una mirada única a la historia de Florencia, sino que también invita a los visitantes a reflexionar sobre las intrigas y el poder que han marcado la historia de esta emblemática ciudad italiana.