Investigadores del Karolinska Institutet, en Suecia, han utilizado una herramienta de inteligencia artificial para analizar imágenes cerebrales de personas de 70 años, estimando la edad biológica de sus cerebros. Su estudio revela que factores perjudiciales para la salud vascular, como la inflamación y los altos niveles de glucosa, se asocian con un cerebro de aspecto más envejecido, mientras que estilos de vida saludables están vinculados a cerebros que lucen más jóvenes. Los resultados se presentan en Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association.
En Suecia, cada año más de 20,000 personas desarrollan algún tipo de demencia, siendo la enfermedad de Alzheimer responsable de aproximadamente dos tercios de los casos. La velocidad a la que envejece el cerebro está influenciada por diversos factores de riesgo y de salud.
La autora principal del estudio, Anna Marseglia, investigadora del Departamento de Neurobiología, Ciencias de la Atención y Sociedad del Karolinska Institutet, explica: «A pesar de la reciente introducción de nuevos medicamentos para el Alzheimer, no funcionarán para todos los pacientes con demencia. Por eso, queremos estudiar qué puede potenciar la resiliencia del cerebro contra los procesos de envejecimiento patológicos».
Análisis de imágenes cerebrales y salud vascular
El estudio incluyó a 739 personas de 70 años cognitivamente sanas, de las cuales 389 eran mujeres, reclutadas del cohorte H70 en Gotemburgo, Suecia. Los investigadores realizaron resonancias magnéticas (MRI) de sus cerebros y estimaron la edad de las imágenes obtenidas utilizando su propio algoritmo basado en inteligencia artificial.
Eric Westman, investigador principal y profesor de Neurogeriatría en el mismo departamento, afirma: «El algoritmo es preciso y robusto, aunque fácil de usar. Es una herramienta de investigación que aún necesita más evaluación, pero nuestro objetivo es que también tenga un uso clínico en el futuro, como en investigaciones sobre demencia».
Las imágenes cerebrales se complementaron con muestras de sangre para medir lípidos, glucosa e inflamación. Los participantes también realizaron pruebas cognitivas. Además, se recopiló información sobre factores de estilo de vida como el ejercicio y condiciones médicas.
El algoritmo estimó que la edad cerebral promedio para ambos sexos era de 71 años. Los investigadores analizaron la «diferencia de edad cerebral», restando la edad cerebral biológica estimada de la edad cronológica de los participantes.
Se encontró que factores como la diabetes, los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad de pequeños vasos cerebrales y la inflamación estaban relacionados con cerebros que aparentaban ser más viejos. En contraposición, un estilo de vida saludable que incluía ejercicio regular se asoció con cerebros que lucen más jóvenes. «Un mensaje clave de este estudio es que los factores que afectan negativamente a los vasos sanguíneos también pueden estar relacionados con cerebros de apariencia más envejecida. Esto resalta la importancia de mantener la salud vascular para proteger el cerebro, por ejemplo, asegurando que los niveles de glucosa en sangre se mantengan estables», añade Marseglia.
Los investigadores también han observado que los cerebros de mujeres y hombres parecen diferir en los factores que se vinculan a cerebros de apariencia más joven o más vieja. Esto sugiere que la resiliencia puede construirse de manera diferente según el sexo, un fenómeno que planean investigar a fondo en futuros estudios, considerando tanto los determinantes biológicos como los influjos socioculturales.
Marseglia concluye: «El próximo año lanzaremos un estudio para entender cómo la salud social —incluyendo el compromiso social, la conexión y el apoyo— en la mediana y tercera edad, junto con el sueño y el estrés, influyen en la resiliencia cerebral, con un enfoque en los factores de salud de las mujeres».
El estudio ha sido financiado principalmente por subvenciones de diversas instituciones, como el Centro de Medicina Innovadora, Forte, el Consejo Sueco de Investigación y la Fundación Sueca de Alzheimer, entre otras. No se ha reportado conflicto de interés por parte de los investigadores del Karolinska Institutet, aunque la coautora Silke Kern ha declarado vínculos con varias empresas farmacéuticas.
