El gobierno de Berlín ha aprobado un recorte de 130 millones de euros en su presupuesto cultural para 2025, desoyendo semanas de protestas y advertencias por parte del sector artístico sobre las posibles clausuras de instituciones y el impacto en la reputación cultural de la ciudad. Esta decisión representa una reducción del 12% en la financiación destinada a las artes y la cultura, en el marco de un plan presupuestario más amplio para el próximo año.
A pesar de la oposición vocal de artistas, líderes de museos y organizaciones culturales, el gobierno del estado-ciudad de Berlín ha decidido avanzar con estos recortes. La medida ha suscitado temores sobre la posibilidad de que Berlín pierda su estatus como una de las principales capitales culturales de Europa, con algunas instituciones enfrentándose a posibles cierres.
Emma Enderby, directora del KW Institute for Contemporary Art, subraya la importancia de la cultura en la atracción de visitantes a Berlín. “La gente no viene aquí por la comida; vienen por la historia y la cultura”, comentó en una entrevista, destacando que todavía no se ha comunicado el presupuesto completo a las organizaciones culturales. Enderby expresó su preocupación por el corto plazo de aviso y la falta de visión a largo plazo de estas decisiones. Según indicó, la cultura representa aproximadamente el 2% de la economía de Berlín, mientras que los recortes oscilan entre el 10% y, en algunos casos, hasta el 50%.
El impacto de los recortes ya es palpable en las instituciones culturales. Por ejemplo, el museo ha decidido no renovar contratos de personal y ha reducido programas futuros, incluidas iniciativas de participación pública, debido a la incertidumbre sobre la financiación de 2025, que no se aclarará hasta enero. Philip Bröking, co-director de la Komische Oper de Berlín, ha señalado que los recortes son extremadamente dolorosos y difíciles de implementar, lo que genera un escepticismo sobre el futuro de su institución.
Paul Spies, co-presidente de la Asociación de Museos de Berlín y exdirector de la Stiftung Stadtmuseum Berlín, lamentó la falta de consulta con expertos en cultura antes de tomar esta decisión. “Es una decisión muy mala, tacaña y miope en todos los sentidos”, afirmó. Además, criticó la falta de diálogo con el departamento cultural, sugiriendo que el Senado no ha escuchado a los especialistas sobre lo que es viable.
Ante la presión de buscar nuevos modelos de financiación, algunos en el sector cultural han sugerido adoptar un enfoque filantrópico similar al de Estados Unidos. Sin embargo, Enderby aclaró que la organización de las instituciones culturales alemanas es fundamentalmente diferente. “No podemos formar un fondo, que es como las instituciones estadounidenses sobreviven; esto es ilegal para las instituciones financiadas públicamente en Alemania”, explicó.
El reconocido director alemán Wim Wenders también expresó su preocupación por los recortes, advirtiendo que disminuir la financiación cultural nunca resulta beneficioso. “Cuando comienzan a recortar los fondos culturales, a largo plazo, ese es el precio más alto que están pagando. En el futuro, se beneficiarían de que la cultura permanezca viva y vibrante”, dijo. Wenders opina que lo correcto sería invertir más en la cultura en lugar de reducirla.
Estos recortes marcan un marcado contraste con la política anterior de Berlín, que había apostado por un aumento en la inversión en sus espacios culturales. En 2021, Alemania aprobó un presupuesto récord de 2.1 mil millones de euros para la cultura federal, lo que supuso un incremento de 155 millones respecto al año anterior.
El alcalde de Berlín, Kai Wegner, miembro de la Unión Demócrata Cristiana, defendió los recortes al presupuesto como una medida necesaria para garantizar la sostenibilidad financiera de la ciudad tras un año marcado por la disminución de los ingresos. Wegner argumenta que Berlín aún cuenta con un “presupuesto récord” de 40 mil millones de euros y que estas reducciones son cruciales para el futuro de la ciudad, atribuyendo la presión presupuestaria a las iniciativas climáticas de la administración anterior de izquierda. “Necesitamos un cambio de mentalidad, incluida la cultura”, concluyó.