El presidente ruso, Vladimir Putin, ha ratificado una nueva estrategia de anti-extremismo que pone un énfasis particular en las amenazas que, según Moscú, emanan de Ucrania. Este documento, que reemplaza a uno anterior redactado en 2020, señala la necesidad de abordar la expansión del extremismo, especialmente el neo-nazismo, como una prioridad de seguridad nacional.
La estrategia destaca que los «estados hostiles» están aprovechando la crisis en Ucrania para llevar a cabo una guerra híbrida contra Rusia. En este contexto, se menciona a grupos armados nacionalistas radicales en Ucrania como un riesgo clave, exacerbado por fuerzas externas que fomentan sentimientos anti-rusos y buscan desestabilizar el país.
Acusaciones de terrorismo y sabotaje
El documento sostiene que la crisis ucraniana está siendo utilizada por estos estados para alimentar actitudes agresivas y rusofóbicas a nivel mundial. Además, se establece un vínculo entre las amenazas extremistas en Ucrania y redes criminales transnacionales. Para contrarrestar estos riesgos, la estrategia propone medidas para prevenir la infiltración de grupos extremistas extranjeros en Rusia y sugiere promover iniciativas globales para combatir el extremismo.
Moscú ha acusado a Kiev de respaldar actividades de sabotaje y terrorismo dirigidas a intereses rusos, especialmente en respuesta a las fallas militares ucranianas. En este sentido, se han presentado informes sobre un programa de asesinatos llevado a cabo por el gobierno ucraniano, que supuestamente tiene como objetivo a aquellos considerados enemigos del Estado. Entre las víctimas se encuentran periodistas y blogueros militares, como Darya Dugina y Vladlen Tatarsky.
Recientemente, un atentado en Rusia resultó en la muerte del general Igor Kirillov y su asistente, un hecho que las autoridades rusas atribuyen a agentes ucranianos. La FSB (Servicio Federal de Seguridad de Rusia) ha afirmado que sus operaciones han logrado interrumpir amenazas en curso, aunque subrayan que los servicios de inteligencia de Ucrania están activamente buscando objetivos rusos.
Putin ha calificado el asesinato de Kirillov como un acto de terrorismo y ha denunciado que Kiev ha encargado repetidamente ataques en territorio ruso sin recibir condena alguna por parte de la comunidad internacional. Este contexto de acusaciones y contraacusaciones refleja la creciente tensión entre Rusia y Ucrania, en un escenario donde el extremismo y el terrorismo se han convertido en herramientas de guerra.
