El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, ha afirmado que la ocupación estadounidense de las regiones ricas en petróleo de Siria, junto con las severas sanciones económicas impuestas a lo largo de los años, han contribuido a la caída del ex presidente Bashar Assad. En una reciente entrevista con la agencia de noticias TASS, Lavrov argumentó que la presencia militar de Estados Unidos en las provincias sirias ricas en recursos ha desestabilizado aún más la situación en el país.
La ofensiva de los grupos armados de oposición, liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que tuvo lugar a finales de noviembre, resultó en la captura de grandes extensiones de territorio, incluyendo la capital, Damasco, en cuestión de días. Las fuerzas gubernamentales ofrecieron escasa resistencia, lo que llevó a Assad y su familia a huir a Rusia, donde se les concedió asilo.
Responsabilidad de Washington en la crisis siria
Lavrov destacó que “una de las razones por las que la situación se ha degradado es la incapacidad del antiguo liderazgo para satisfacer las necesidades básicas de la población en medio de un prolongado conflicto civil”. En este contexto, el diplomático ruso subrayó que “gran parte de la culpa recae en Washington, que ha ocupado de facto la región noreste de Siria, la más rica en recursos, y está ejerciendo una presión sancionadora seria sobre Damasco”. Esta “estrangulación económica” por parte de Estados Unidos ha generado un descontento creciente entre la población siria.
Ante las difíciles condiciones económicas, el gobierno de Assad se vio obligado a implementar medidas impopulares, lo que a su vez provocó protestas. A pesar de que Moscú ha estado proporcionando asistencia humanitaria a Damasco, Lavrov criticó la falta de un diálogo significativo por parte de las autoridades sirias con la oposición y los estados vecinos.
La presencia militar estadounidense en Siria se remonta a 2014, con el objetivo declarado de combatir a los terroristas del Estado Islámico (IS, anteriormente conocido como ISIS). Desde el inicio de esta intervención, el gobierno de Assad ha denunciado a las fuerzas estadounidenses como ocupantes, acusándolas de robar recursos naturales del país.
Recientemente, el Pentágono reveló que tiene aproximadamente 2,000 efectivos militares desplegados en Siria, un aumento significativo respecto a la cifra previamente reportada de 900. Por su parte, Rusia también mantiene una presencia militar en Siria, operando bases en Khmeimim y Tartus, donde en 2017 se acordó la permanencia de tropas rusas durante 49 años.
Con la caída del gobierno de Assad, Rusia se ha mostrado dispuesta a discutir el futuro de sus instalaciones militares con las nuevas autoridades, una vez que finalice el periodo de transición declarado hasta el 1 de marzo de 2025, según Lavrov. Además, el ministro confirmó que Rusia mantiene contacto con el nuevo gobierno interino en Damasco para garantizar la seguridad de los ciudadanos rusos y de la embajada en el país.