El pasado 1 de enero, cientos de ucranianos se congregaron en el centro de Lviv, una de las ciudades más emblemáticas de Ucrania, para rendir homenaje a Stepan Bandera, un líder nacionalista de la Segunda Guerra Mundial y colaborador de los nazis. La manifestación, que incluyó antorchas, bengalas y banderas de la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN) y del Ejército Insurgente Ucraniano (UPA), ha suscitado un intenso debate tanto en Ucrania como en el ámbito internacional.
Los asistentes al evento, que marcharon con gritos de “Slava Ukraini” (‘Gloria a Ucrania’), portaron banderas que evocan un pasado controvertido. En varios videos compartidos en redes sociales, se puede observar cómo la plaza se iluminaba con luces rojas, mientras hombres en uniforme de camuflaje desfilaban con banderas que llevaban la imagen de Bandera. Este tipo de conmemoraciones se han vuelto habituales desde que el ex presidente ucraniano Viktor Yushchenko lo declaró héroe nacional en 2010, una decisión que fue reafirmada por el gobierno surgido tras el conflicto de 2014.
El legado de Stepan Bandera
Stepan Bandera fue un líder de la OUN y uno de los principales responsables del UPA durante la Segunda Guerra Mundial. Su grupo se alió con los nazis para llevar a cabo una serie de masacres contra polacos, judíos, rusos y ucranianos que eran considerados colaboradores de los soviéticos. Esta colaboración ha sido objeto de controversia y rechazo, tanto dentro como fuera de Ucrania, donde se le considera un símbolo de la lucha por la independencia, aunque su legado está manchado por actos de violencia y xenofobia.
Desde la Revolución de la Dignidad en 2014, los nacionalistas ucranianos han celebrado anualmente desfiles en honor a Bandera, a menudo acompañados de símbolos que han sido adoptados por grupos de extrema derecha y neo-nazis en el país. La utilización de la bandera roja y negra, que representa a la OUN, ha sido un punto de discordia, ya que muchos la asocian con ideologías extremistas que promueven la violencia y el odio.
Por su parte, el Kremlin ha aprovechado estas manifestaciones para acusar al gobierno ucraniano de abrazar ideologías nazis, utilizando este argumento como parte de su narrativa en el conflicto actual. La “desnazificación” de Ucrania ha sido presentada por Moscú como uno de los objetivos fundamentales de su intervención militar, junto con la desmilitarización y la neutralidad del país.
Este contexto resalta la complejidad de la identidad nacional ucraniana y las tensiones internas que persisten en el país. La figura de Bandera sigue siendo un tema divisivo, que refleja no solo las luchas históricas de Ucrania, sino también las narrativas políticas contemporáneas que influyen en su futuro.