Cada galaxia alberga un agujero negro supermasivo en su centro, similar a cómo cada huevo tiene una yema. Sin embargo, al igual que a veces se encuentran huevos con dos yemas, los astrofísicos también esperan descubrir sistemas binarios en los corazones de ciertas galaxias, donde dos agujeros negros supermasivos orbitan entre sí. Los agujeros negros son regiones del espacio donde la gravedad es tan intensa que ni la luz puede escapar de su atracción. Se forman cuando el núcleo de una estrella masiva colapsa sobre sí mismo y actúan como aspiradoras cósmicas. Los agujeros negros supermasivos tienen una masa que puede superar en un millón de veces la del Sol, y su estudio es fundamental para comprender cómo funciona la gravedad y cómo se forman las galaxias.
Colisiones galácticas y ondas gravitacionales
Las galaxias, como la Vía Láctea, son casi tan antiguas como el universo mismo. En ocasiones, chocan con otras galaxias, lo que puede llevar a la fusión de ambas y la formación de una galaxia más grande y masiva. En el centro de estas galaxias en colisión, los dos agujeros negros pueden formar un par ligado por la gravedad, que puede existir por cientos de millones de años antes de fusionarse en uno solo. Durante este tiempo, los agujeros negros binarios emiten energía en forma de ondas gravitacionales, que son ondulaciones en el tejido del espacio-tiempo que pueden ser detectadas por observatorios especializados. Estas ondas, según la teoría de la relatividad general de Einstein, viajan a la velocidad de la luz, provocando que el espacio mismo se estire y se comprima a su alrededor.
Recientemente, un equipo de investigadores se sumergió en datos astronómicos históricos que datan de hace más de un siglo para buscar signos de un sistema binario de agujeros negros supermasivos. Se centraron en un núcleo galáctico activo llamado PG 1553+153, cuyas emisiones de luz presentan variaciones periódicas cada 2,2 años. Estas fluctuaciones sugieren la posible existencia de un sistema binario en su interior. Sin embargo, la confirmación de esta teoría requiere un análisis más detallado y la observación de patrones de variación a más largo plazo. Con datos históricos que abarcan más de 120 años, los investigadores encontraron un patrón adicional de 20 años, lo que refuerza la hipótesis de que PG 1553+153 alberga un sistema de agujeros negros supermasivos. A pesar de este avance, la validación final puede depender de la sensibilidad de futuras tecnologías para detectar las ondas gravitacionales provenientes de este sistema.