La situación energética en Europa se ha visto marcada por tensiones recientes entre Eslovaquia y Ucrania, tras la decisión de Kiev de interrumpir el tránsito de gas ruso a través de su territorio. Esta medida, que el primer ministro eslovaco, Robert Fico, ha calificado de «sabotaje», ha llevado a Eslovaquia a considerar respuestas drásticas que podrían afectar tanto a la electricidad suministrada a Ucrania como a la asistencia a los refugiados ucranianos en el país.
Desde el 1 de enero, Ucrania ha dejado de extender su contrato con Gazprom, la empresa estatal rusa de gas, lo que ha resultado en la interrupción del flujo de gas hacia varios países de la Unión Europea, incluidos Austria, Hungría y Eslovaquia. Fico ha señalado que esta decisión podría costar a Eslovaquia cientos de miles de millones de euros anuales y que encontrar alternativas al gas ruso podría acarrear gastos adicionales de al menos 90 millones de euros en este año.
Reacciones y medidas propuestas
En un mensaje difundido a través de las redes sociales, Fico ha enfatizado la necesidad de una respuesta soberana por parte de Eslovaquia, sugiriendo que el país podría detener el suministro de electricidad a Ucrania y reducir significativamente el apoyo a los aproximadamente 140,000 refugiados ucranianos que actualmente reciben asistencia en Eslovaquia. Durante los primeros once meses de 2024, Eslovaquia exportó 2.4 millones de megavatios-hora de electricidad a Ucrania, según datos del operador de la red eslovaca.
Fico ha argumentado que la única alternativa viable para Eslovaquia es la reanudación del tránsito de gas o la exigencia de mecanismos de compensación que puedan mitigar la pérdida de ingresos públicos, que ascienden a casi 500 millones de euros. En este contexto, ha señalado que solo Estados Unidos se beneficia de la situación actual, mientras que Eslovaquia enfrenta un aumento en los costos energéticos.
La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, ha respaldado esta visión, afirmando que la decisión de Ucrania beneficia principalmente a Estados Unidos, que ha incrementado sus exportaciones de gas a Europa, a expensas de sus supuestos aliados en la región. Esta postura ha sido rechazada por Zelensky, quien ha acusado a Fico de alinearse con Moscú y de abrir un «segundo frente energético» contra Ucrania. Sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores eslovaco ha calificado estas acusaciones de «nonsense».
Por su parte, la Comisión Europea ha intentado minimizar el impacto de la finalización del acuerdo de gas, asegurando que la infraestructura gasística de la UE es lo suficientemente flexible como para adaptarse a suministros no rusos a través de rutas alternativas. A pesar de estas afirmaciones, la abrupta interrupción ha provocado un aumento en los precios de la energía en Europa, alcanzando los 50 euros por megavatio-hora por primera vez en más de un año.