Las regiones más productivas de manzanas en Estados Unidos enfrentan importantes desafíos debido al cambio climático, según un estudio de la Universidad Estatal de Washington. Este análisis, que abarca más de 40 años de condiciones climáticas, revela cómo los ciclos de crecimiento de los manzanos se ven afectados por factores como el aumento de las temperaturas extremas y la variabilidad de las heladas primaverales.
Impacto en las principales regiones productoras de manzanas
Los investigadores han identificado que los tres condados más grandes en producción de manzanas en EE. UU.—Yakima en Washington, Kent en Michigan y Wayne en Nueva York—son los más afectados. En particular, el condado de Yakima, que cuenta con más de 48,800 acres de huertos, ha experimentado tendencias perjudiciales en cinco de los seis indicadores analizados en el estudio.
Deepti Singh, científica climática de WSU y autora principal del estudio, enfatiza la importancia de no dar por sentadas las manzanas que consumimos. Las condiciones climáticas cambiantes durante varias etapas del ciclo de crecimiento representan amenazas potencialmente compuestas para la producción y calidad de las manzanas. Ante esto, se sugiere considerar adaptaciones en diferentes momentos del crecimiento del manzano para minimizar los impactos negativos.
El estudio, publicado en la revista Environmental Research Letters, se centró en seis métricas clave que afectan el crecimiento de las manzanas. Estas incluyen días de calor extremo—definidos como aquellos con temperaturas máximas superiores a 34 grados Celsius, que pueden causar quemaduras solares—y noches cálidas, donde las mínimas superan los 15 grados Celsius, afectando negativamente la coloración de las frutas.
El análisis también consideró la cantidad de días fríos, las «porciones de enfriamiento» necesarias para que un manzano se mantenga en estado de latencia, el último día de heladas primaverales y los días de grado de crecimiento, es decir, aquellos días con temperaturas favorables para el desarrollo de las manzanas. Las alteraciones en estas métricas pueden alterar la producción de manzanas, modificando el tiempo de floración y aumentando el riesgo de quemaduras solares, además de afectar tanto la apariencia como la calidad de los frutos.
El oeste de EE. UU. ha experimentado las tendencias más fuertes en múltiples métricas que son perjudiciales para los cultivos de manzana. Esta complejidad se debe, en parte, a que los manzanos son plantas perennes; lo que suceda en una temporada puede influir en la salud y productividad a largo plazo del árbol en las temporadas siguientes. Lee Kalcsits, coautor del estudio y fisiologista de árboles en WSU, destaca que los eventos de invierno impactan la primavera y, a su vez, el verano, creando un ciclo continuo de interdependencia.
Los productores ya están adaptándose a estas nuevas realidades. En Washington, por ejemplo, se están implementando medidas como el uso de redes y enfriamiento evaporativo para proteger los cultivos de las quemaduras solares provocadas por el calor extremo. Con el aumento de los riesgos climáticos, los investigadores están trabajando para ayudar a la industria a adaptarse. Kalcsits lidera un proyecto cuyo objetivo es mitigar el impacto de eventos climáticos extremos en los cultivos de manzana y pera, con planes de trabajo tanto a nivel nacional como en las regiones productoras de manzana del estado de Washington.
Kirti Rajagopalan, ingeniero de sistemas biológicos en WSU y coautor del estudio, señala que Washington es un lugar idóneo para discutir la adaptación. La mayor parte de la producción comercial de manzanas tiene lugar en el norte de EE. UU., y las regiones de Washington, donde los veranos pueden ser intensamente cálidos, constituyen un buen caso de estudio para desarrollar estrategias de manejo que puedan ser aplicables en otras áreas similares.