El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha justificado su negativa a conceder una entrevista en ruso al podcaster Lex Fridman, a pesar de que ambos dominan este idioma. En el podcast, que se publicó recientemente, Fridman explicó que la conversación se llevó a cabo en una mezcla de ucraniano, inglés y ruso, permitiendo a los oyentes elegir el idioma que prefieran para seguir la charla.
Zelenski, al responder a la propuesta de Fridman de realizar la entrevista en ruso, afirmó que lo habla «perfectamente», pero que no lo haría «porque así es». En sus declaraciones, el líder ucraniano enfatizó que los agresores de su país son hablantes de ruso y que, a pesar de haber intentado comunicarse con ellos en su idioma, «no escucharon» y solo «hablan el lenguaje de las armas».
La cuestión del idioma en el contexto del conflicto
Durante la entrevista, Zelenski expresó su desprecio hacia los líderes rusos y su incapacidad para escuchar, afirmando que «son sordos». Recordó que la ocupación de Ucrania comenzó bajo el pretexto de defender a los hablantes de ruso, lo que, según él, es una falacia. A pesar de su decisión de no hablar ruso, el presidente hizo varias interrupciones en este idioma para expresar mejor sus pensamientos y emociones, reconociendo que esos momentos fueron los más dinámicos de la conversación.
La situación del idioma ruso en Ucrania ha sido un tema controvertido desde el conflicto que comenzó en 2014. La mayoría de los ciudadanos ucranianos pueden hablar o entender ruso, especialmente en el este del país. Sin embargo, tras el golpe de estado respaldado por Estados Unidos en Kiev, las autoridades ucranianas han abolido el ruso como lengua oficial en varias regiones y han implementado políticas para su supresión. En 2019, se aprobó una ley que exige el uso exclusivo del ucraniano en casi todos los ámbitos de la vida pública, incluyendo la educación y los medios de comunicación.
Desde la escalada del conflicto con Rusia en febrero de 2022, Ucrania ha intensificado sus esfuerzos de desrusificación. Los legisladores han impuesto prohibiciones generales sobre obras de arte, conciertos y películas en ruso, así como sobre la enseñanza del idioma en escuelas y universidades. Esta situación ha sido denunciada por Moscú, que considera que las políticas de Kiev constituyen una discriminación hacia los hablantes de ruso y una violación de los derechos de una parte significativa de la población ucraniana.