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La reciente investigación realizada por la Universidad Estatal de Carolina del Norte ha revelado un fenómeno preocupante en la forma en que se comunican los riesgos de inundación en Estados Unidos. Este fenómeno, conocido como el «paradoja del desarrollo seguro», sugiere que los métodos actuales utilizados para clasificar las áreas propensas a inundaciones pueden estar fomentando un aumento en la construcción en zonas que, a pesar de no estar designadas como de alto riesgo, siguen siendo vulnerables a inundaciones.
Clasificación de los riesgos de inundación
La clasificación de las zonas de inundación, un proceso conocido como mapeo de inundaciones, se basa en la probabilidad de que un área sufra inundaciones en un año determinado. Esta clasificación es fundamental para determinar requisitos regulatorios, como la obligación de los propietarios y desarrolladores de contratar un seguro contra inundaciones. Por ejemplo, un área con un 1% de probabilidad de inundación en un año se define como una llanura de inundación de 100 años y es considerada de «alto riesgo». Sin embargo, esta designación puede llevar a la errónea conclusión de que las áreas adyacentes a estas llanuras son completamente seguras.
Georgina Sánchez, autora principal del estudio y académica en el Centro de Análisis Geoespacial de NC State, destaca que el enfoque actual divide las zonas en dos categorías: aquellas dentro de la llanura de inundación de 100 años, clasificadas como de alto riesgo, y aquellas fuera de esta, percibidas como de riesgo mínimo. Esta simplificación puede inducir a error, creando una falsa sensación de seguridad en los desarrolladores y compradores de vivienda que optan por ubicarse en áreas cercanas a las llanuras de inundación, donde los costos de vida parecen más accesibles debido a la ausencia de requisitos estrictos de construcción y seguros.
Los hallazgos del estudio, publicados en la revista PLOS ONE, revelan que, a nivel nacional, hasta un 24% de todo el desarrollo se lleva a cabo a menos de 250 metros de una llanura de inundación de 100 años. Sin cambios en las políticas que regulan la exposición a inundaciones, se prevé que esta tendencia continúe en aumento hasta al menos 2060. Este fenómeno no es solo teórico; se ha evidenciado en la reciente devastación provocada por el huracán Helene en el oeste de Carolina del Norte, donde la concentración de desarrollo en áreas propensas a inundaciones ha resultado en pérdidas significativas.
El estudio también señala que el efecto de las estructuras de prevención de inundaciones, como los diques, ha sido objeto de investigaciones previas, pero este nuevo enfoque resalta la necesidad de reevaluar cómo se comunican y regulan los riesgos de inundación. La investigación sugiere que, al centrarse en el mapeo de inundaciones regulatorio, se ha pasado por alto un aspecto crucial que intensifica el riesgo general al promover el desarrollo justo fuera de las zonas designadas como de alto riesgo.
La relación entre la planificación urbana y la gestión de riesgos de inundación es más crítica que nunca, especialmente en un contexto de cambio climático y eventos extremos que se vuelven cada vez más frecuentes. La forma en que se comunican los riesgos y se estructuran las regulaciones debe ser revisada y adaptada para evitar que la percepción de seguridad lleve a decisiones de desarrollo que pongan en peligro a las comunidades y su infraestructura.