Australia enfrenta una de las crisis de biodiversidad más alarmantes del mundo. Desde la colonización europea, al menos 100 especies han desaparecido y actualmente, 1,657 especies se encuentran amenazadas. La pérdida de biodiversidad no solo afecta al medio ambiente, sino que también tiene repercusiones culturales y económicas significativas.
El país ha firmado compromisos internacionales para restaurar la naturaleza y frenar la extinción de especies, pero la magnitud y el costo de este desafío son abrumadores. Un estudio reciente estima que la recuperación completa de las especies amenazadas en Australia podría costar A$583 mil millones anuales durante al menos 30 años, lo que representa un 25% del PIB del país. Esta cifra pone de manifiesto el impacto devastador de dos siglos de actividad humana en el entorno australiano.
Los retos de la recuperación de especies
Australia es uno de los 17 países mega-biodiversos del mundo, pero la presión ejercida por depredadores invasores, la agricultura y cambios en los regímenes de fuego han llevado a una drástica reducción de su diversidad biológica. Las estimaciones previas sobre el coste de la recuperación eran significativamente menores, ya que se centraban en prevenir la extinción en lugar de buscar la recuperación total de las especies.
El estudio revela que la mayor parte del presupuesto necesario para la restauración se destinaría al control de malas hierbas invasoras, que representan el 81% de los costos totales. Las especies de plantas invasoras, como la mora y el lantana, amenazan al menos a 470 especies nativas, lo que complica aún más los esfuerzos de conservación.
Es evidente que la recuperación total de las especies amenazadas en un contexto continental es una tarea que no solo es difícil desde un punto de vista financiero, sino también técnico y social. Esto implica que los responsables de la política deben encontrar un equilibrio entre la restauración de la naturaleza y otras prioridades sociales y económicas.
Las acciones de recuperación deben ser colaborativas, involucrando a los custodios de las tierras indígenas y otros interesados. Solo a través de un esfuerzo conjunto se podrán abordar los problemas complejos que enfrenta la biodiversidad en Australia.
Sin embargo, el estudio también sugiere que no todo está perdido. Se pueden implementar esfuerzos de recuperación a menor escala que, aunque no resuelvan el problema en su totalidad, pueden marcar una diferencia significativa. Por ejemplo, la reintroducción de prácticas de quema ecológica y el control de depredadores como gatos y zorros son medidas que pueden ser efectivas y menos costosas.
Además, restaurar la naturaleza no solo beneficia a las especies amenazadas, sino que también tiene un impacto positivo en la sociedad. Se estima que la restauración del hábitat podría generar hasta un millón de empleos en comunidades rurales y regionales, aliviando así la carga económica que las especies invasoras representan para la agricultura. Asimismo, la restauración de hábitats contribuiría a la captura de carbono, ayudando a Australia en su camino hacia la neutralidad de carbono.
A medida que se intensifican las amenazas a la biodiversidad, la necesidad de encontrar nuevas soluciones que permitan el progreso social y económico sin causar más daño al medio ambiente se vuelve más urgente. La experiencia australiana sirve como un recordatorio de que, si bien el desafío es monumental, hay oportunidades para implementar cambios significativos a través de la acción colectiva y la planificación a largo plazo.