A Europa le ha surgido un nuevo desafío en la figura de Elon Musk, el hombre más rico del mundo, quien ha comenzado a injerir en la política europea de manera notable. Desde hace algunas semanas, Musk, conocido por su cercanía a Donald Trump y su influencia en el populismo reaccionario, ha utilizado su plataforma en X (anteriormente Twitter) para manifestar su apoyo a la extrema derecha en varios países europeos, incluyendo Alemania, Italia, Rumanía y el Reino Unido. Su crítica hacia la nueva Comisión Europea, a la que ha calificado de “antidemocrática”, ha generado preocupación entre los líderes europeos, que ven en sus acciones una amenaza a la estabilidad política del continente.
El vicecanciller alemán, Robert Habeck, ha señalado que Musk está fortaleciendo a aquellos que buscan debilitar a Europa, indicando que una Europa frágil es favorable para quienes consideran que las regulaciones europeas limitan su poder. En este contexto, Musk ha elogiado a la formación política Alternativa por Alemania (AfD), describiéndola como “la última brizna de esperanza” para el país, y ha criticado abiertamente al canciller Olaf Scholz, a quien tildó de “idiota incompetente”. Además, ha programado una conversación con la líder de AfD, Alice Weidel, en su plataforma X.
Intereses empresariales y regulaciones europeas
Los intereses empresariales de Musk en Europa son amplios y variados. Tesla, su empresa de automóviles eléctricos, fue el vehículo eléctrico más vendido en el continente el año pasado, con una cuota de mercado del 12%. Además, la compañía cuenta con más de 1.250 puntos de recarga en una veintena de países. Sus satélites Starlink ofrecen servicios de internet de banda ancha en 23 países europeos, y su empresa SpaceX mantiene contratos con la Agencia Espacial Europea y otras instituciones para lanzar satélites al espacio.
Sin embargo, la creciente influencia de Musk en Europa también se enfrenta a desafíos significativos debido a las regulaciones impuestas por Bruselas. La Comisión Europea ha acusado a X de violar su nueva Ley de Servicios Digitales, que busca combatir la desinformación y los contenidos ilegales en plataformas digitales. Esta situación podría llevar a la prohibición de X en el espacio comunitario o a la imposición de multas que afectarían considerablemente las finanzas de Musk, dado que se contempla la posibilidad de calcular las sanciones incluyendo los ingresos de todas sus empresas.
El magnate ha manifestado su intención de luchar “en los tribunales” si se imponen multas, y cuenta con el respaldo de Trump, quien ha advertido que no permitirá que la UE “se aproveche de nuestras compañías”. Esta dinámica podría permitir a Musk movilizar a la ciudadanía y a partidos de extrema derecha para presionar a las autoridades europeas en contra de las regulaciones.
Además, Bruselas ha impuesto aranceles a algunos vehículos de Tesla para proteger la industria europea del vehículo eléctrico frente a la competencia desleal de China. Aunque Musk ha expresado su descontento, los aranceles aplicados son significativamente menores que los que enfrentan las marcas chinas.
La estrategia de Musk parece orientada a debilitar a los gobiernos europeos, lo que podría ser parte de un plan más amplio para negociar con la UE en el futuro. La Unión Europea también ha anunciado planes para lanzar 290 satélites en los próximos años, que competirán directamente con los servicios de Starlink de Musk, lo que añade otra capa de complejidad a la situación.
En este contexto, la figura de Musk se convierte en un actor clave en la política europea, generando un clima de incertidumbre que los líderes del continente deben abordar con cautela y estrategia.