Elon Musk, el multimillonario CEO de Tesla, ha sido objeto de controversia en el Reino Unido tras la revelación de que estaría considerando una campaña para forzar la dimisión del primer ministro británico, Keir Starmer. Según un artículo publicado por el Financial Times, Musk ha discutido en privado sus intenciones con aliados, lo que ha suscitado preocupaciones sobre la posible interferencia política en un país aliado de Estados Unidos.
Las fuentes citadas por el diario británico afirman que Musk considera que el gabinete de Starmer representa un «gobierno tiránico» y ha expresado la necesidad de «liberar al pueblo» británico. Este tipo de retórica, que algunos críticos califican de injerencia política, se suma a una serie de declaraciones públicas que Musk ha realizado en los últimos meses, en las que ha atacado a Starmer y a otros funcionarios británicos por su supuesta inacción en un escándalo de explotación sexual que ha sacudido al país.
Un plan para desestabilizar al gobierno británico
El Financial Times también sugiere que Musk tiene un plan encubierto para socavar la popularidad de Starmer antes de las próximas elecciones generales. Este enfoque no es inusual en el sistema político británico, donde figuras como Boris Johnson y Tony Blair han enfrentado presiones públicas que les llevaron a abandonar sus cargos antes de completar su mandato.
Además, Musk ha intensificado sus ataques verbales hacia Starmer, calificándolo de «malvado» por su papel como director de la Fiscalía Pública en Inglaterra y Gales. También ha criticado a Jess Phillips, la subsecretaria de salvaguarda de mujeres, a quien ha llamado «apologista del genocidio por violación» tras su negativa a liderar una investigación pública sobre la explotación sexual infantil en Oldham.
Las fuentes del Financial Times indican que Musk planea debilitar el apoyo al Partido Laborista, posiblemente apoyando al partido Reform UK, de tendencia derechista. Recientemente, Musk ha cuestionado la capacidad de liderazgo de su actual líder, Nigel Farage, sugiriendo que el legislador británico Rupert Lowe podría ser una mejor opción para dirigir el partido.
Farage, por su parte, ha declarado que no tiene «ningún deseo de ir a la guerra» con Musk, reconociendo su admiración por la defensa de la libertad de expresión que el empresario ha promovido. Este episodio pone de relieve la creciente influencia de Musk en la política británica y plantea interrogantes sobre el papel que los multimillonarios pueden desempeñar en la configuración de los gobiernos extranjeros.