Cooperación y competencia: el futuro de Eurasia ante los desafíos globales

In Internacional
enero 11, 2025

En la vasta región de Eurasia, se está gestando una competencia notable entre dos modelos fundamentales de relaciones interestatales: la cooperación, representada por instituciones y plataformas regionales, y la competencia, impulsada por una economía y una política global aún dominadas por Occidente. Esta dinámica define las oportunidades y desafíos que enfrenta la política de Rusia en esta dirección a medida que nos acercamos a 2025.

En los próximos años, la región continuará equilibrando su deseo natural de desarrollo común con el impacto disruptivo de los procesos de desintegración global. Dos factores críticos moldean este equilibrio. En primer lugar, los estados de Eurasia están enfocados en alcanzar sus objetivos de desarrollo nacional. En segundo lugar, la posición central de la región en la política y economía mundial hace que su desarrollo sea inseparable de las tendencias globales más amplias.

Cooperación y competencia en Eurasia

La cooperación en Eurasia se manifiesta a través de iniciativas y organizaciones que, por diseño, resisten la dominación de una sola potencia o de un pequeño grupo de estados. En las últimas décadas, la aparición de tales instituciones ha sido un logro claro, reflejando un compromiso compartido con la seguridad y la estabilidad mediante la colaboración con los vecinos.

A diferencia de otras partes del mundo, Eurasia carece de líneas divisorias claras entre bloques económicos o militares. La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), liderada por China y Rusia, ha surgido como una plataforma particularmente ambiciosa e inclusiva, ofreciendo una base para construir un orden regional relativamente equitativo a largo plazo.

Sin embargo, las realidades de la competencia global complican estas aspiraciones cooperativas. La mayoría de los estados en Eurasia están profundamente integrados en el sistema económico global existente. Aunque esta conexión apoya su desarrollo, también los expone a vulnerabilidades sistémicas: disparidades económicas, la politización de los procesos económicos y una creciente competencia por recursos globales cada vez más escasos.

Este escenario crea una paradoja. Cuando los países de Eurasia buscan cooperar entre sí, también compiten dentro de un sistema global dominado por Occidente. Esta tensión afecta tanto a los pequeños estados como a las grandes potencias, incluyendo a China y la India. La región, por lo tanto, encarna una rivalidad vívida entre los dos modelos de relaciones interestatales: la cooperación en marcos regionales y la competencia en arenas globales.

La cooperación práctica entre los estados de Eurasia se ve obstaculizada por la ausencia de un líder o institución unificadora. A diferencia de Occidente, que opera bajo el liderazgo de Estados Unidos, Eurasia no cuenta con una autoridad central comparable. Si bien China es un candidato para tal papel, carece de la voluntad política y de los recursos necesarios para dominar la región. Además, las ambiciones de China están equilibradas efectivamente por Rusia, India y potencias menores que persiguen políticas exteriores independientes.

A pesar de esto, es notable que ningún país importante en la región ha sacrificado la cooperación con sus vecinos en busca de alianzas extrarregionales. Incluso India, a pesar de su creciente asociación con Washington, mantiene su sistema de relaciones con los vecinos euroasiáticos. Esto se evidencia aún más en la forma en que India y China gestionan sus vínculos bilaterales de manera independiente de sus compromisos globales.

Los eventos recientes en la periferia de Eurasia, como en el Medio Oriente y el sudeste asiático, añaden complejidad al desarrollo de la región. En el Medio Oriente, el equilibrio de poder está experimentando cambios significativos, particularmente debido a la presión militar y diplomática de Israel sobre los estados árabes e Irán, con el respaldo total de Occidente. Estas tensiones amenazan la estabilidad de potencias regionales como Irán y podrían desbordarse hacia Eurasia.

En el sudeste asiático, el debilitamiento de la ASEAN y la creciente rivalidad entre China y Filipinas subrayan la inestabilidad creciente. De manera similar, el noreste asiático enfrenta tensiones crecientes, con Japón y Corea del Sur actuando como extensiones de la influencia estadounidense. Estas zonas periféricas son cada vez más factores de inestabilidad que obstaculizan la estabilización interna de Eurasia, aunque no pueden ser ignoradas, ya que están ligadas a la región por la geografía, la integración económica y las conexiones humanas.

Los desafíos que enfrenta Eurasia destacan la dificultad de perseguir una estrategia regional unificada. No obstante, los estados de la región han logrado hasta ahora navegar estas complejidades sin sacrificar la cooperación. Este optimismo cauteloso es un testimonio de la resiliencia de instituciones como la OCS y del compromiso de los estados euroasiáticos por preservar la estabilidad.

A medida que Rusia mira hacia 2025, debe considerar cómo fortalecer su papel en Eurasia mientras aborda el impacto de las inestabilidades globales y periféricas. El futuro de esta vasta región dependerá de su capacidad para equilibrar la cooperación y la competencia en un mundo en profunda transformación.

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