Un amplio equipo de investigadores en energías renovables, analistas de recursos naturales y especialistas en energía, pertenecientes a diversas instituciones de Estados Unidos, ha intentado evaluar el impacto de los últimos y definitivos estándares establecidos por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE. UU. a medida que la administración de Biden llega a su fin y se avecinan nuevas normativas con la llegada de la administración Trump.
En su estudio publicado en la revista Science, los autores describen los nuevos estándares y cómo se prevé que se implementen, así como sus posibles impactos a largo plazo. Durante las últimas décadas, los esfuerzos para convertir las plantas de energía que emiten gases de efecto invernadero en instalaciones basadas en recursos renovables han tenido un desarrollo similar a un partido de tenis. Cuando los republicanos controlan la Casa Blanca, las normas son revocadas en favor del petróleo y el gas natural. Cuando los demócratas asumen el poder, se restablecen las antiguas normas e incluso se introducen algunas nuevas.
Estas normativas son generalmente aplicadas por la EPA. Sin embargo, a menudo se encuentran con la oposición de uno u otro partido, lo que lleva a que se presenten demandas que pueden acabar en decisiones del Tribunal Supremo. Durante la administración Biden, el Tribunal Supremo dictó que las regulaciones sobre las plantas de energía solo pueden aplicarse a nivel individual de cada planta, y no de manera nacional o incluso estatal.
Impacto de las Nuevas Regulaciones
Como señalan los investigadores en su estudio, las actuales regulaciones de la EPA sobre emisiones se adhieren a las normas de la administración Biden. Esto significa que las plantas que están programadas para retirarse pronto pueden continuar operando como de costumbre. Aquellas que planean seguir funcionando y las nuevas deberán cumplir con estrictos estándares, lo que implicará cambiar su tipo de combustible o capturar las emisiones de carbono. Las plantas de gas natural seguirán reguladas en función de su tiempo de operación: cuanto más tiempo estén en funcionamiento, más estrictas serán las normas de emisión.
No obstante, los investigadores también advierten que las reglas de la administración Biden pronto serán reemplazadas por nuevas regulaciones bajo la administración Trump, que, según muchos analistas, implicarán la eliminación de todas las normativas sobre emisiones de gases de efecto invernadero, y quizás la introducción de impuestos o penalizaciones a los esfuerzos de implementación de energías renovables.
Para tratar de entender lo que podría ocurrir en el futuro a medida que las reglas cambian constantemente, el equipo de investigación realizó varios modelos que mostraron cómo es probable que EE. UU. satisfaga sus demandas energéticas en los próximos años bajo diferentes escenarios, incluyendo la variación de las regulaciones sobre emisiones. Así, encontraron que sin normas de emisión, las emisiones totales de CO2 de la red eléctrica podrían ser entre un 60% y un 83% más bajas en 2040 en comparación con 2005.
Por el contrario, si las normas se mantienen, se estima que la red podría emitir entre un 73% y un 86% menos de CO2 para 2040. Los investigadores sugieren que esto se debe a razones económicas: las plantas de carbón ya están en proceso de cierre, independientemente de las regulaciones, y las plantas de gas natural tienden a operar menos a medida que las opciones renovables se vuelven más disponibles. Además, EE. UU. cuenta con suficiente capacidad de plantas que utilizan petróleo para satisfacer la demanda en el futuro previsible.
En su conclusión, los investigadores reconocen que las circunstancias podrían cambiar en los próximos años, quizás para peor. Si el precio de la electricidad sigue aumentando, o si los patrocinadores de la investigación en energías renovables deciden cambiar de sector, la conversión a fuentes renovables podría ralentizarse, lo que resultaría en resultados drásticamente diferentes.