Oculto bajo las dunas australianas, un enigmático mamífero conocido como el topo marsupial, desliza su cuerpo a través de la arena. Este pequeño y misterioso animal, que no debe confundirse con los gigantescos gusanos de la ficción, es objeto de un nuevo estudio que revela aspectos fascinantes de su biología y adaptación a uno de los entornos más hostiles del planeta.
Existen dos especies de topo marsupial: el Notoryctes typhlops, conocido como el topo marsupial del sur, que habita en los desiertos centrales y meridionales de Australia; y el Notoryctes caurinus, o topo marsupial del norte, que se encuentra en los desiertos del noroeste australiano. Este último es conocido como kakarratul por los pueblos indígenas Martu, mientras que los Aṉangu lo llaman itjaritjari.
Adaptaciones únicas y tecnología moderna
El estudio reciente publicado en Science Advances ha comenzado a desentrañar los secretos de estos animales poco conocidos, que apenas pueden ser observados en su hábitat natural debido a su estilo de vida subterráneo. Con un tamaño similar al de un lápiz y un peso que oscila entre 40 y 70 gramos, estos marsupiales presentan un cuerpo tubular y extremidades que apenas sobresalen de su cuerpo.
A diferencia de otros mamíferos, los topos marsupiales no construyen túneles permanentes, sino que «nadan» a través de la arena suelta, lo que hace que su observación sea extremadamente rara, con solo unos pocos avistamientos por década.
El avance en las tecnologías de ADN ha permitido a los investigadores obtener muestras de tejido congeladas hace más de diez años y generar un ensamblaje genómico, proporcionando una representación digital de su código genético. Este análisis ha revelado adaptaciones únicas que les permiten sobrevivir en su entorno desértico, como la pérdida gradual de genes relacionados con la visión, lo que los ha llevado a tener ojos diminutos y funcionalmente ciegos. Este proceso de degradación genética se ha producido de manera que no afecta su capacidad de adaptación.
Además, se ha comprobado que los machos carecen de escroto y presentan los testículos situados en la pared abdominal, lo que sugiere una adaptación evolutiva a su entorno. La secuenciación del genoma también ha revelado que estos marsupiales poseen dos copias de un gen que codifica la hemoglobina, crucial para sobrevivir en un ambiente con bajos niveles de oxígeno.
Por último, el análisis genético ha permitido esclarecer su linaje evolutivo, situándolos como un grupo hermano de los bandicuts y bilbies, mientras que los marsupiales carnívoros, como el demonio de Tasmania, se consideran primos lejanos.
A pesar de las adaptaciones de los topos marsupiales, la investigación también ha puesto de manifiesto una preocupante tendencia: se ha identificado una disminución a largo plazo en el tamaño efectivo de la población, que se remonta hace aproximadamente 70,000 años, coincidiendo con los cambios climáticos de la última época glacial. Esto plantea interrogantes sobre su capacidad de seguir adaptándose ante el cambio climático actual, que amenaza a los ecosistemas desérticos australianos.
El estudio subraya la necesidad de realizar esfuerzos más amplios para investigar a los topos marsupiales y garantizar su protección, antes de que se conviertan en otra de las numerosas especies australianas perdidas en la arena del tiempo.