Kellogg aboga por reactivar la presión máxima contra Irán para impulsar reformas democráticas

In Internacional
enero 12, 2025

Keith Kellogg, el enviado especial del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, para el conflicto en Ucrania, ha instado a reactivar la campaña de “máxima presión” contra Irán. Durante un evento de oposición iraní celebrado en París, Kellogg subrayó la necesidad de implementar medidas integrales que fomenten reformas democráticas en la República Islámica.

El evento fue organizado por el Consejo Nacional de Resistencia de Irán (NCRI), un grupo con sede en Francia que se opone al gobierno iraní. Kellogg, un general retirado del ejército estadounidense, ha asistido a varios eventos del NCRI, lo que, según analistas, sugiere vínculos entre el grupo y la nueva administración estadounidense. Además, ha acusado repetidamente a Irán de ayudar a Rusia en el conflicto de Ucrania, una afirmación que Moscú ha negado.

Presiones militares, económicas y diplomáticas

Kellogg afirmó que “estas presiones no son solo cinéticas, no solo fuerza militar, sino que deben ser económicas y diplomáticas también”, añadiendo que se debe actuar “para cambiar Irán para mejor” sin demora. En sus declaraciones, hizo referencia a las tensiones crecientes en Oriente Medio entre Irán e Israel, sugiriendo que hay una oportunidad que debe ser aprovechada.

Hasta el momento, Teherán no ha comentado sobre las declaraciones de Kellogg, aunque el Ministerio de Relaciones Exteriores iraní emitió un comunicado condenando a Francia por albergar un evento del NCRI, al que Irán considera una organización terrorista. En su declaración, el ministerio afirmó que “la acogida de un grupo terrorista por parte de Francia es un claro ejemplo de apoyo al terrorismo y una violación de la obligación legal internacional del gobierno francés de combatir el terrorismo”.

La campaña de “máxima presión” se refiere a una estrategia implementada durante el primer mandato de Trump, que consistió en estrictas sanciones económicas contra Irán debido a las actividades de enriquecimiento de uranio del país, consideradas por Occidente como un intento encubierto de desarrollar un arsenal nuclear. Estas sanciones fueron impuestas tras la retirada unilateral de Estados Unidos del acuerdo nuclear de 2015, conocido como el Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), que limitaba el programa nuclear de Irán a cambio de alivio de sanciones. Trump abandonó el acuerdo en 2018, alegando que era insuficiente para frenar las ambiciones de Teherán.

Desde la retirada de Estados Unidos, Irán ha ampliado su programa de enriquecimiento de uranio. El mes pasado, el director de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), Rafael Grossi, informó que Irán había “dramáticamente” incrementado el enriquecimiento de uranio al 60% de pureza, describiendo este desarrollo como “muy preocupante”. Hasta ahora, los esfuerzos para revivir el JCPOA han fracasado.

Irán ha negado consistentemente que persiga armas nucleares, manteniendo que sus actividades nucleares son de carácter pacífico. La República Islámica ha criticado repetidamente las sanciones estadounidenses, calificándolas de ilegales e injustificables. A principios de este mes, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Abbas Araghchi, declaró que Irán sigue abierto a negociaciones nucleares, pero insistió en que las conversaciones deben llevarse a cabo “con respeto”.

Araghchi advirtió que “cuanto más impongan sanciones y presión sobre Irán, más resistencia mostrará Irán”, en una entrevista con la agencia de noticias Tasnim la semana pasada.

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