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La llegada de la gripe aviar a Nueva Zelanda: el papel crucial de los voluntarios en la conservación

In Sin categoría
enero 12, 2025

Aotearoa Nueva Zelanda, Australia y las naciones insulares del Pacífico son los únicos países que permanecen libres de la influenza aviar altamente patógena. Este virus mortal fue detectado por primera vez en el hemisferio sur en 2023 y se ha propagado a través de Sudamérica, alcanzando islas subantárticas y la península antártica. Ha devastado las poblaciones de aves salvajes a nivel global, con millones de muertes en más de 2.600 brotes, según informes de la Organización Mundial de Sanidad Animal.

Un brote de esta enfermedad representa un riesgo significativo para la fauna silvestre en Nueva Zelanda, pero los voluntarios en conservación del país podrían proporcionar una línea de defensa crucial. La conservación en Nueva Zelanda depende del trabajo y la pasión de personas comprometidas que realizan censos de aves en las playas, monitorean llamadas de bittern en los humedales y mantienen trampas para depredadores en montañas y ríos. Movilizar a estos grupos es esencial para garantizar la detección temprana de posibles brotes.

Preparativos ante la influenza aviar

Se han reportado muertes de aves en todos los continentes, excepto en Australia, y los brotes se acercan lentamente a Nueva Zelanda. Globalmente, el virus también ha afectado a mamíferos, causando muertes en gatos, perros, osos, zorros y mofetas. La transmisión sostenida a mamíferos ya se ha registrado en visones en España, vacas lecheras en Estados Unidos y focas elefante en Sudamérica. Aunque el número de infecciones humanas sigue siendo bajo, la tasa de mortalidad entre los infectados es alta.

En Nueva Zelanda, el Ministerio de Industrias Primarias es el encargado del control de incursiones de enfermedades exóticas. En diciembre del año pasado, un brote de la variante H7N6 de la influenza aviar en una granja avícola llevó al sacrificio de 160.000 pollos. En un reciente brote de la variante H7N3 en Australia, casi medio millón de aves (incluyendo aves de corral, pavos, emús de granja y mascotas) fueron sacrificadas.

Si se detectara la variante altamente patógena H5N1 en aves de corral en Nueva Zelanda, es probable que el ministerio adopte una estrategia de erradicación. Sin embargo, en aves silvestres, probablemente no se intentaría esta erradicación. El ministerio ha estado trabajando con la industria avícola, pero aún no se han visto pautas detalladas para brotes en otros animales de granja y poblaciones de aves silvestres.

La incursión del virus tendría efectos de gran alcance en aves domésticas y silvestres, así como en las personas que trabajan con ellas. Las aves acuáticas y marinas son las más probables portadoras del virus dentro de Nueva Zelanda, propagándose rápidamente por todo el país en cuestión de semanas.

Los zoológicos y otras instalaciones que albergan aves en cautiverio ya han comenzado a elaborar planes, centrados principalmente en restricciones de movimiento y exclusión de aves silvestres. Las poblaciones centrales de nuestras especies en peligro crítico, como el kakī (stilt negro), takahē, kākāpō, tūturuatu (playa plover) y kākāriki karaka, serán vacunadas. Sin embargo, si este virus actúa como lo ha hecho en otros países, los neozelandeses deberían prepararse para ver aves muertas y moribundas en playas y parques. Los signos comunes incluyen convulsiones, temblores, parálisis, secreción nasal, hinchazón de la cabeza, diarrea y muerte súbita.

Nuestra comunidad de conservación se enfrentaría a una tragedia silvestre sin precedentes, con opciones muy limitadas para respuestas efectivas y seguras. Otras comunidades que interactúan con aves silvestres también se verían afectadas. Un brote probablemente significaría la cancelación de temporadas de caza durante varios años.

Las personas que mantienen aves de corral y acuáticas al aire libre tendrían que considerar llevarlas al interior o sacrificar sus bandadas sin apenas apoyo veterinario. Los veterinarios necesitarían centrarse en gestionar la bioseguridad de sus propias clínicas y personal.

Si Nueva Zelanda enfrenta un brote en aves silvestres, el ministerio transferirá la responsabilidad de las respuestas operativas en tierras de conservación al Departamento de Conservación y a las autoridades locales en otras tierras públicas. Los propietarios de tierras privadas serán responsables de gestionar las aves muertas y moribundas en sus propiedades. En tierras de conservación, las áreas afectadas se cerrarán al público, pero no hay planes para sacrificar, eutanasia o retirar aves muertas. La eliminación de aves enfermas y muertas no ayuda a controlar la propagación local de la enfermedad, ya que el virus persiste en los cadáveres durante períodos prolongados. Los carroñeros y depredadores podrían transferir infecciones a nuevas áreas.

Los desafíos serán garantizar que cualquier estrategia de gestión de enfermedades proteja la salud de los trabajadores y voluntarios, que los animales afectados sean sacrificados humanamente y que los cuerpos se dispongan de manera segura. Además, se deben tener en cuenta los protocolos de los pueblos indígenas en todas las intervenciones sobre la vida silvestre.

La estrategia actual de Nueva Zelanda se centra en prevenir daños humanos, insistiendo en que cualquier intervención sea realizada por las autoridades pertinentes. Sin embargo, nuestras experiencias sugieren que este enfoque es poco realista, ya que las comunidades locales probablemente no se quedarán de brazos cruzados mientras los animales mueren, especialmente cuando las autoridades abogan por una intervención mínima o nula, por muy bien intencionadas que sean.

Los rehabilitadores de vida silvestre están siendo instados a cesar sus actividades en caso de una incursión, pero la gente seguirá llevando animales necesitados de atención. De hecho, es probable que el número de animales traídos a estos voluntarios aumente considerablemente. Los impactos en la salud mental por la exposición al trauma de los animales son ahora bien conocidos. Un brote afectará sin duda el bienestar de las personas involucradas en la respuesta. El agotamiento por compasión y el trastorno por estrés postraumático son comunes y pueden ser especialmente severos sin una formación y apoyo adecuados para ayudar a las personas a sobrellevar la situación.

Es imperativo que las autoridades desarrollen estrategias que mantengan a la gente segura mientras abordan sus preocupaciones por el bienestar de la vida silvestre. Los grupos comunitarios inevitablemente se encargarán de esta pandemia, pero para hacerlo de manera segura, necesitan pautas claras y equipo de protección personal. Se argumenta que Nueva Zelanda debe desarrollar urgentemente una estrategia nacional más detallada, centrada en empoderar respuestas locales para prevenir el sufrimiento animal siempre que sea seguro hacerlo.

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Diario obrero y republicano fundado el 14 de Abril de 2006.